Gente que se dio una vuelta


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28 de mayo de 2010

No, de veras.

"No te pido que pienses como yo: te pido que pienses".

En realidad no creo que la frase anterior sea de mi autoría, pero no recuerdo haberla leído o escuchado. Hace un par de días decidí tenerla -momentáneamente- como frase de cabecera para enfrentar varios costados:
  • El disenso: todo bien, podemos charlar; siempre y cuando tengas ideas, todo es charlable.
  • El consenso: si nos ponemos de acuerdo, no es porque vos hagas lo que yo digo o viceversa, sino porque nos encontramos en algún punto, no necesariamente intermedio.
  • La autoridad: si te pido o digo algo, es porque seguramente lo pensé antes; confiá que miro más allá de mis narices, es parte de mi rol y función.
  • La educación: más que me repitas los vocales de la Primera Junta, contame qué proceso los llevó a declararse como gobierno.
  • La opinión: para hablar, está bueno saber y además procesar la información.
  • La convivencia: si podemos afirmar que nuestras acciones y opciones son discernidas o pensadas, estaremos más lejos de movernos por caprichos arbitrarios.
  • La libertad: poniendo palabras propias, podemos ir creciendo en autonomía, ser menos masa.
Varias de las ventajas, más allá de que, como yapa, te desarrollás, nos desarrollamos y nos plenificamos como seres humanos. 

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