Gente que se dio una vuelta


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31 de enero de 2010

Estar siendo

"Debes amar
el tiempo de los intentos;
debes amar,
la hora que nunca brilla"
                                (Silvio Rodríguez, Sólo el amor)
En esto de estar siendo siento que tengo mucho que aprender; mejor dicho, que desaprender. Fui educado -me eduqué- en resultados, eficiencias, efectividad. No en cuanto a lo académico, que es lo de menos y nunca me costó.  En lo vital. A la vez, reconozco que tengo bastante aprendido y caminado.
Quiero decir: los procesos en sí mismos tienen un valor tremendo. Los intentos, los ensayos, ¡son cosa seria, che!. Si encaro la vida "ensayísticamente" me doy el lujo de poder equivocarme sin juicio, de buscar sin desesperar, de proponer sin absolutizar, de seguir intuiciones sin recetas, de jugar sin más objetivo que jugar, de caminar sin dogmatizar el camino.
Puedo relajarme en lo provisorio, anclado en lo eterno. Puedo relativizar/me, sostenido por lo absoluto, por la vida, por el Otro.

30 de enero de 2010

Sueño

No de fantasías ni de ilusiones, plano y simple sueño, ganas (necesidad) de dormir y mucho. Anoche, asado, pileta, charlas, corte de luz, taboo, mate, tormenta. Hoy zombie. Pero no lo cambio, lo celebro.
Pensar alternativas, viajar con los relatos, compartir la mesa, perder el tiempo: asomos de otra cosa, de otra realidad paralela que divierte y hace bien. Tiene que ver con celebrar lo múltiple, estar en fronteras, percibir aromas del reino.
Con lo gratuito del tiempo compartido sin apuros y con gente linda. La invitación de Chechu, el asado de Nesti, las Costis "geminianas", la paciencia de Lucho y su auto. Las voces de todos. Estuvo bueno.

29 de enero de 2010

Ser y estar

"Oh marine
oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es to be
así que probemos a aclarar las cosas"


Comienzo con esta cita de don Mario Benedetti. Siempre me llamó la atención que en el español tuviésemos estos dos verbos. Mejor dicho, que en otros idiomas (francés e inglés, de los que mínimamente entiendo, y sé que otros) no los tuviesen. ¿Cómo hacer entonces para distinguir una cosa de otra?. El esposo de mi prima, estadounidense él, suele preguntar: ¿cómo es tu madre?, y lo que quiere averiguar es cómo anda su salud, como está. Aún no sé como hacen en esos idiomas para diferenciar esencia de exitencia. ¿O será que no hay tal diferencia, o que sólo es nominal?.
Y me recuerda a un profesor de no feliz memoria, adalid de la supuesta filosofía "realista", que peleaba por el esencialismo de las cosas: lo que es, es. Con definiciones monádicas, inalterables, seguras. Con la firmeza incambiable de la soberbia.
Últimamente, me decanto por los gerundios: estamos siendo, somos estando. Inseparablemente, nuestro ser deviene en el tiempo, temporal (no temporariamente), nuestro estado es en estas coordenadas. Me resulta, a la vez, más dinámico y más reposado. Abre la posibilidad a lo que está viniendo, a lo que es perfectible, cambiable, ambiguo. Me pone en la humildad de un presente que se esfuma apenas nombrado, inabarcable, como el misterio de la existencia, como el asomo de lo eterno.

28 de enero de 2010

Border Christian II

Benjamín González Buelta (sí, con B), jesuita, poeta, escritor, en "Más allá de las utopías", trae algo sobre el centro y las periferias. Lo lee desde las opciones de Jesús: optando por las periferias, propone una alternativa a la centralización hegemónica de Jerusalén, el templo, el judaísmo oficial. Y es en las periferias donde se encuentra, proclama, celebra el reino. Con quienes están o eligen estar en la periferia él va armando su tribu de seguidores/as para ensayar el reino.
Gente que se "caía" del sistema político-religioso-social (imposibles de separar en la Palestina del siglo 1 de la era común), forma su comunidad, su ekklesía -ek-caleo: congregación, llamados, congregados desde.
Estando por las fronteras voy descubriendo mi tribu, formando alianzas, tejiendo redes y encuentros. Y cuando me parece que el centro me ahoga, recorro mis periferias y ¡descubro tanta vida!.

27 de enero de 2010

Border Christian

No sé quién (en realidad, lo sé, pero no me interesa nombrarlo), me comentó medio de mala leche: "No parecés cura". Lo que esta persona quiso fue, de alguna manera, desmerecerme. Y no se dio cuenta que, por el contrario, me hizo enorgullecer, alegrar.

Soy, evidentemente, una persona religiosa; lo que no soy es "piadoso", ni ando queriendo convertir a los moros, ni pretendo que por abracadabra la vida se me solucione. Creo que la práctica de Jesús tiene un acierto que solemos olvidar que es la "vecindad": fue uno más de los vecinos de Nazaret, el carpintero, el hijo de María. Y en esa cotidiana vecindad vivió, celebró, anunció, la presencia y la propuesta del reino. Y Galilea, su tierra, era el lugar de frontera geográfica, étnica y cultural. Capaz que por esto, las fronteras me divierten. Me gusta poder ser uno más, tener espacios no-confesionales, compartir parte de mi vida con no creyentes; me da gusto poder tener amigos/as artistas, gays, ateos, padres, psicólogos, judíos de religión o simplemente de nacimiento, mujeres, varones, y poder estar con ellos y ellas como uno más, sin más que yo y mi "pablitud". Con palabras y gestos míos, que no pueden desligarse de aquel en quien creo, pero que, por eso, me ponen en un lugar, fundamentalmente, de hermano.
Da para más, pero por hoy, es lo que hay.

26 de enero de 2010

Lo uno y lo múltiple, lll


Después de encontrar las propias gafas, está bueno "jugar" a intercambiarlas, probarnos otras: mirar con las de alguien del otro sexo, de otra cultura, de otra edad, de otros "mapas mentales". Es increíble el mundo que se abre. Así podemos entender posturas y opciones que, por ahí, son opuestas a las nuestras; caminar un rato con los zapatos del otro, de la otra, y percibir desde su lugar.
Creo que es lo que se llama empatía: sentir, mirar, sin juzgar, como si fuésemos el otro. Es cierto que hay otros ta divergentes que nos resulta simplemente aterrador imaginarnos con sus anteojos: ni en caso de ceguera inminente le pediría, por ejemplo, a Videla, me preste los suyos, no soportaría el espanto.
Pero como Videla está lejos, puedo intentar otros:
los de la mujer casi analfabeta; los del pibe que consume, los de la adolescente asustada que está considerando abortar, los del padre orgulloso de su hijo, los del inmigrante. Y les aseguro que cada vez que los usamos, cierto espacio de compasión se abre en nosotros, ese espacio que nos muestra que nada de lo humano nos es ajeno.

25 de enero de 2010

Lo uno y lo múltiple II; las gafas


Sigo. La cosa no es tan sencilla,y se hace evidente en el exterior y en el interior nuestro. Hoy estaba en terapia y le decía al doc: No soporto a la gente intolerante. Tres cuartos en serio, un cuarto en broma.
¿Por qué?. Porque el intolerante descalifica, ningunea, menosprecia; no puede/sabe/quiere admitir siquiera que hay una posibilidad, una alternativa, otro lugar desde el cual se puede mirar, sentir, opinar. Y lo terrible, me parece, es que ni siquiera se da cuenta: es intolerante y no lo sabe.
Y como no lo sabe, el otro, los otros, la "otreidad" misma le resulta ilusoria, a lo más, un error del percepción de otro que debe ser subsanado. Y lo peor, a mi entender, es que no es capaz de reconocer que tiene una postura tomada, que mira, dice, opina, habla, vive, desde un lugar.
Hacer un simple ejercicio ayuda a reconocer que miramos desde: pensar en nuestros anteojos, los imperceptibles, los que de tanto usarlos, ya no recordamos.
Van unos de los míos: varón, cristiano, argentino de Buenos Aires, con estudios universitarios, hermano.
Los/nos invito a enumerar los propios.

Lo uno y lo múltiple


Me quedó dando vueltas esta cuestión; en realidad, hace rato que está presente en mucho de lo que pienso. Lo plural, lo singular, lo único, lo variado.
Gracias a Dios, cada vez más nos vamos dando cuenta que el mundo que habitamos es diverso, distinto: culturas, costumbres, religiones, idiomas, gustos, razas, opciones, búsquedas. Un universo tremendo de diferencias. Una pluralidad que puede asustar.
Y, lo que es más, una pluralidad que nos habita y atraviesa a cada uno, a cada una, contradictoria, tensamente. Creo que gran parte del camino hacia la madurez -o en la madurez- es ir conviviendo, aceptando, celebrando, estas diversidades propias y ajenas. Ojo, digo aceptar, no tolerar: tolera quien no puede cambiar algo, acepta y celebra quien descubre un don. Pero da para largo, y ahora me llama la vida para otro lugar.

24 de enero de 2010

¿Por qué este nombre?


Algunos ya saben de la existencia de Roberto y cómo acompaña muchas de mis reflexiones, exabruptos, delirios... Él apareció de la mano de Laura Oliva (actriz y comediante argentina infravalorada). En sus decires, cada tanto lo convoca, lo nombra, lo llama: "Te lo pido por favor, Roberto"; es frase que abarca admiración, peligro inminente, advertencia, incredulidad, perplejidad, anonadamiento... Cuando no hay palabras, siempre está bueno invocarlo con un simple "Roberto, por Dios", y se materializa para desdramatizar, ayudar a la carcajada, destrabar un conflicto o simplemente compartir un asombro.

1, 2, 3, probando...


Sí, no es demasiado original, pero es la manera de empezar algo nuevo, un intento de comunicación diferente.
Hace tiempo -más de lo que parece-, que escribo, guardo, pierdo lo que escribí, lo reencuentro y me sorprendo por haberlo escrito, me avergüenzo, lo comparto o lo escondo, según cómo ande mi autoestima...
Ahora haré el intento de ser metódico, pero desde ya sé que esto será tan caótico como mi propia cabeza, que irá de lado a lado sin más esquema que mi pensamiento randomizado.
No esperen -y yo tampoco espero- las grandes revelaciones, el sentido de la vida, la cuadratura del círculo. Será, más bien, un ir y venir mutuo.
Y la verdad, que no me interesa demasiado que cualquiera lea, entre, mire. Sólo aquellos y aquellas con quienes vamos haciendo camino en la vida.
Sean bienvenidos.