Gente que se dio una vuelta


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28 de febrero de 2013

Cosa (no solo) de negros

Pasé por la casa de mi hermana y solamente estaba Facu, tirado en el sillón, disfrutando no tener que rendir ningún examen. Miraba The porsuit of happynes -sí, el título es con Y, no con I-. El protagonista es un hombre negro que carga con su hijo, sin hogar, intentando permanecer en un empleo. Un drama con previsible final feliz. De las pelis que no me gustan.

En algún corte, no sé por qué le comenté a Facundo algo de Martin Luther King, Rose Parks y la lucha por los derechos civiles de los negros.

-Hace unos 50 años, en Estados Unidos, los negros no tenían derechos plenos en todas partes. Incluso en algunos estados no podían viajar junto con los blancos. Menos casarse entre razas diferentes.
-¿De veras? ¿50 años no más? Si la tía Cecilia tiene 53... fue hace poco.

Le resultaba casi increíble que en poco tiempo hubiesen llegado a tener un presidente negro.
No era momento para profundizar, pero daba pie para que luego pensara/mos en nuestros propios apartheids, menos glamorosos quizá. Más reales.

27 de febrero de 2013

Mal olor

A unos 15, 20 kilómetros de casa, más o menos, hay un lugar que en los '80 comenzó a rellenarse con basura. Lo llamaban "cinturón ecológico". Hoy la basura está casi cubierta por vegetación, algunos árboles y césped que parecen disfrutar del abono. Algunos pájaros van cada mañana a carroñear y vuelven a la tarde. Para pasar en auto hay que recordar subir las ventanillas. A menudo, si la presión está baja, o si está húmedo, el viento trae un olor nauseabundo. Hay gente viviendo ahí no más. No quiero imaginar lo que debe ser.

En Bariloche, saliendo hacia el Tronador por ruta 40, está el basurero. Las casillas de madera, paupérrimas, a metros no más. En invierno nieva, hace mucho frío. No son pocos los que viven cerca, de, en la basura, en y de lo que los demás descartamos.

En la Edad Media, los muros de las ciudades cuyas puertas se cerraban por las noches, separaban la ciudad del campo. A la puerta, en los muros, del lado de afuera, estaban los leprosos, los mendigos, los esclavizados, las prostitutas.

Hay muros que no se ven.

26 de febrero de 2013

A clases

Varios niños cercanos comenzaron el Jardín de Infantes y otros retomaron el colegio. A la tardecita, los llamé por teléfono. Con algunos pude hablar, otros ya habían caído muertos del sueño. Los padres y madres comentaban el período de adaptación de los más pequeños y el reencuentro de los más grandes con sus compañeritos.

La hija de mi sobrina aún no pudo empezar primer grado porque las escuelas públicas tienen al personal docente en paro. Pero me contó que tiene sus cuadernos, mochila, lápices, todo listo y preparado. Mi ahijada ya está pensando en las vacaciones (se confunde, porque su papá recién ahora comenzó las suyas).

Volví a recordar. En jardín, no tuve adaptación: me dejaron las cuatro horas, sin previo aviso, lloroso. En el colegio primario, nunca supe por qué, no permitían que los más chicos formásemos con los demás. Mientras todos rezaban, e izaban la bandera, nos confinaban al aula. La fantasía sobre qué pasaba afuera era grande. No eran épocas en la que los niños contáramos demasiado: no había por qué informarnos.

Quizás por eso está lindo mimar a estos que empiezan, hacerles saber y sentir lo importante que son estos días para ellos. Y para nosotros.

25 de febrero de 2013

Bolches de café II

Es verdad, como decía Mariana, que la percepción de los compromisos -sumo yo: la manera de comprometerse- cambia y varía de acuerdo histórico/cultural/generacional/etario. Muchos de los que hoy estamos rondando los 40 en Argentina vivimos un tiempo fundante como es la infancia y adolescencia bajo el signo del silencio. Los ideales políticos transmutaron, en muchos, en búsquedas religiosas. La iglesia, en los 80, era uno de los pocos lugares de participación.

Con la vuelta de la democracia, las iglesias se fueron vaciando: la voz se podía poner en otros cantos, en otros lugares. Varios sufrieron la decepción entre una fe que preparaba para la vida eterna, pero no para la diaria. Otros no tuvieron más voz porque ya no estaban. Otros, porque no convenía, en los aires nuevos, que se los oyera.

Por mi parte, en este momento vital, encuentro que no puedo desligar mi manera de ver, creer, de una manera de entender lo ideal, la manera de soñar un otro mundo posible. Quizá sin demasiada pretensión, sin mucha declamación. Peregrino. Compañero. Como se va pudiendo.

24 de febrero de 2013

Bolches de café

Alguien a quien estimo bastante (no es lo mismo que decir que lo quiero mucho) en los 70 tuvo una fuerte militancia en la izquierda. Formado en caminos políticos-religiosos de alto compromiso social, con una entrega fortísima. Admirable en sus cuentos.

Me lleva la cantidad necesaria de años como para no ser de la generación mayor y al mismo tiempo no pertenecer a la misma. Cuando en algún momento charlábamos de las diferentes experiencias, decía que a los que los siguieron, los que vinieron luego de ellos, les faltaba ideales.

-Ah, ¿vos decís que es eso?
-Sí, no se compromenten, buscan su comodidad...
-No, no es que no se comprometan o no nos comprometamos -
me salió la defensa corporativa etárea-. Es que vos a los 20 aprendías a hacer molotovs y hoy sos gerente de una multinacional. Aprendimos de sus incoherencias a ser pragmáticos.

Es decir: idealistas, sí, pero con los pies en la tierra. O al menos, con un par de decepciones caminadas.

23 de febrero de 2013

Espejado

Cuando los seres humanos podemos reflexionar, de algún modo nos miramos en un espejo -de hecho, reflejo y reflexión son más que parientes etimológicos.

Por más que la imagen que el supuesto espejo devuelva sea real, verdadera, la cuestión es cómo percibimos esa imagen/idea/noción de nosotros mismos.

Capaz que la miopía está tan instalada que ni la notamos. O que nos acostumbramos demasiado a las imágenes monstruosas y deformes que proyectamos, a tal punto que nos son normales.
Y no hablo de lo estético.

22 de febrero de 2013

Parte de la riqueza

Hay días, como el que mientras escribo voy terminando, que siento haber pasado por un parque de diversiones, subiéndome a todos los juegos, desde la montaña rusa, pasando por el tren fantasma y sin dejar de lado la calesita.

Empezó temprano, demasiado temprano gracias a la lluvia. Siguió doméstico, entre compras y limpieza. Pasó por una visita a una gente querida que está un tiempo en Buenos Aires, con mate y charlas. Colectivo eterno. Leer aprovechando el tiempo. Volver a casa y pasar a comprar un par de cosas que me habían quedado. Alegrarme anticipadamente del encuentro.

Almuerzo rápido y a terapia. Nada nuevo (¿por suerte?). Calor húmedo. El colectivo que tarda. Vuelta a casa a preparar las cosas para la noche. Una pareja querida que se casa y vinieron, trajeron la invitación y el entusiasmo. 

Más preparación para la cena. Leer un rato mientras espero a los que vendrán a cenar. Las charlas. El encuentro. La risa. La emoción contenida. Lo que se va tejiendo. La comida. 

Despedir agradecido a quienes compartieron la mesa. Ordenar un poco, no mucho. Volver a un silencio lleno. Pedacitos de felicidad.

21 de febrero de 2013

Instantánea II

Vuelvo a encontrarme cara a cara con la vejez y sus estragos.

Fui a visitar a un profesor de historia que tuve en la facu. A sus 87 años está en un hogar de ancianos después de haber vivido toda una vida soltero con mucha libertad. Alzheimer.

Se alegró de verme y me invitó a su 'despacho', una habitación acondicionada con un escritorio, sillas, algunos de sus libros... Charlamos y cada 10 minutos, más o menos, la charla volvia a foja cero. Me preguntaba dónde estaba viviendo yo, me contaba cómo es que él ahora vivía ahí, me decía que estaba contento.

-¿Viste? Ahora hasta tartamudeo un poco.
-Mejor, mejor... antes hablaba tan rápido que era difícil seguirlo.

Le dejé un libro de historia, Las seis mujeres de Enrique VIII y unas pastillas de miel y limón. Le anoté mi teléfono, por si algún día quiere llamar y venir a comer.

No sé si, después de despedirme, recordará que estuve.
El libro, las pastillas, el teléfono, son como anclas de la memoria. La de ambos.

20 de febrero de 2013

El todo y la parte II

Ejemplos tontos y lejanos:

el que llega sistemáticamente tarde a algo que compete a varios de algún modo, no ve el valor del tiempo de los demás y/o la importancia del compromiso común.
el que en una casa no llena la jarra de agua de la heladera luego de tomar el último vaso, total, ya sació su sed.
el niño/adolescente que se encapricha con unas zapatillas carísimas y prescindibles sin notar que su familia tiene que pagar el alquiler.
el que en un medio de transporte público invade al resto con su música salida de un celular desconado.

Y sigue la lista.

19 de febrero de 2013

El todo y la parte

Dos maneras diferentes y casi opuestas, diría. Ni mejor ni peor una que otra. Necesarias ambas aunque personalmente creo que una incluye a la otra. Lo grupal, comunitario, social, tribal y lo individual, personal. El todo es mayor que las partes, es más que la suma de los pedacitos. Pero los pedacitos hacen al todo, claro.

Personalmente, soy más del primer modo, de la primera manera de mirar: creo que si la tribu toda, la comunidad mira por el todo, está mirando a la vez por el bien de todos, del conjunto, sin descuidar a los individuos. Siento -siento, no afirmo- que mirando individualmente, por otro lado, no es sencillo ver la totalidad o el bien común, o la necesidad del grupo.

Uno de los quiebres a resolver está ahí: la modernidad, el capitalismo, nos mostraron la bondad inalienable del individuo, el valor de cada ser. Y nos quitó la ilusión, la mirada más ampliada del bien de todos.
¿Cómo se hace?

18 de febrero de 2013

Cosas que no

La vocación por la tragedia; por las palabras declamadas, grandilocuentes.
Un cierto gozo cuando la desgracia demuestra que el destino es un hado infausto.
El deseo oculto de que este dolorcito sea un tumor.
La falsa resignación ante el desenlace funesto.
La negación obstinada a cualquier tipo de probabilidad de mejora.
El placer desbordante aunque medido ante la miseria ajena.
La imposibilidad de empatía, inversamente proporcional a la autocompasión.

Algunas de las cosas que me cuestan entender como modo vital de otros.

17 de febrero de 2013

Celebración de vida

Cumplió 40 años mi amiga Verónica, una gran mujer, valiosa, buena, sensible y sensata.
Planificó una fiesta para celebrar, celebrarse y celebrarnos. No terminaba de sentirme bien del todo, pero era casi un deber de honor ir, saludarla, darle un beso y un abrazo.

Una linda oportunidad para reconocernos parte de la vida del otro, de la otra; de sabernos hermanados, amados, entretejidos en los vínculos, sostenidos por fidelidades, hechos de pedacitos de diálogos e historias, caminantes y compañeros.

Gente que me da orgullo de pertencer a la raza humana.
Gente que es linda.
Qué bueno tenerlos cerca.

16 de febrero de 2013

Vuelos

Por la mañana leía un artículo sobre el juicio a los pilotos de los "vuelos de la muerte" (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-213906-2013-02-15.html). Se me erizaban los pelos recordando los lugares recorridos en la ESMA, cuando fuimos con Patricia y Gerardo.

La terrible sensación del silencio pesado, denso, doloroso que sentíamos. El temblor de subir por las mismas escaleras que subieron los que luego morían en los vuelos. El escalofrío al tocar las paredes donde estuvieron las parturientas. Los lugares de detención; el de acopio de lo robado durante los secuestros...

¿Cuánto tiempo nos llevará sanar esta historia? ¿Cuánto más será ignorada o acallada, o reconciliada con olvidos y decretos? ¿Habremos aprendido algo de este espanto? ¿Recordaremos no olvidar?

15 de febrero de 2013

Ni una cosa ni la otra

Durante todo el día me mantuve en silencio. Sólo lo interrumpí para hablar con mi madre que llamó para ver cómo me sentía y con Pato, que me compró un termómetro porque una vez más rompí el que tenía.

Ni hambre tenía, pero comí unas  galletitas con queso untable, como para tener algo en el estómago.
Pensaba que lo que no me banco es el "más o menos". Es decir: este estado intermedio en el que no estás bien como para hacer lo habitual ni mal como para no querer hacer nada.

Gataflorismo puro.

14 de febrero de 2013

Trámite de salud

Como el dolor de garganta no se me pasó sino que se instaló, fui a la guardia del sanatorio San Lucas, que me corresponde por mi prepaga. En verdad, no me sentía muy bien, tenía los oídos tapados, tosía bastante... Y no soy de los que si estornudan están llamando la ambulancia, que quede claro.

Tuve que esperar un poco más de una hora, había mucha gente en la guardia. Cuando es mi turno, justo entro al consultorio con una doctora recién llegada.

-Buenas tardes, ¿qué le está pasando?
-Me está doliendo mucho la garganta y des
-¿Tiene el papelito? -se refería al que me dieron cuando llegué.
Me levanto, lo busco, se lo doy.
-Acá está, disculpe. Y bueno, ahora siento los...

Comienza a copiar datos del papel ese a un libraco. Me callo. Logro que me mire. Sigo
-oídos tapados...
Se levanta a buscar en su cartera un linterna con la que me observa en no más de diez segundos (10 segundos, la sexta parte de un minuto) el oido derecho y la garganta.
Se vuelve a sentar.
-Placas no hay. Tiene la garganta irritada (obvio, querida, por eso vine), tome un ibuprofeno cada 6 horas, capaz levante temperatura...

Esa fue la consulta. No me miró a los ojos más que para preguntarme por la prepaga. No cruzó más palabras que las escritas. No nada.

Me voy indignado y dolido. Pienso en los que no tienen acceso a la salud. Me siento cercano a ellos por un momento.

Con la diferencia que el acceso lo tengo, sólo que no me dejaron recorrerlo.

13 de febrero de 2013

Psicosomática de entrecasa

Lo que era una molestia pequeña en la garganta, entre ayer y hoy se convirtió en dolor. Me acordaba, mientras recurría a los remedios caseros que me aconsejaban, de algunos planteos (pseudo) científicos, psicosomáticos a ultranza, que asocian dolores o síntomas inmediatamente a algo oculto e inconsciente:
  • ¿te duele la garganta?: hay algo que no querés decir o que no podés tragar.
  • ¿te quebráste la pierna?: habrá, seguro, algún lugar al que no querés ir.
  • si es la espalda, hay demasiadas responsabilidades que te abruman.
  • si usás anteojos, deseás no ver algo
  • y si es el oído, obviamente: hay algo que querés desoír.
  • y el inefabilísimo: la bronca causa bronquitis (¿¡!?)

Es decir. Creo que hay mucho psicosomático, claro. Más de una vez los nervios me atenazan el estómago o la ansiedad me deja sin aire. Pero no me imagino que la cosa sea tan simplista, tan simplonamente simple.

A veces, muchas, un dolor de garganta, cabeza, espalda, es simplemente eso: un dolorcito, una molestia, un aviso para cuidarnos.

Si no, andaríamos perdidos en tanto oculto.

12 de febrero de 2013

Non habemus papam

Mientras hacía orden en casa (lavando ropa, limpiando los charcos que dejó la tormenta, desarmando valijas) escucho que renuncia el papa Ratzinger desde el 28 de febrero. Caramba, pienso. Qué bueno.

Qué bueno que renuncie, aunque hubiese sido mejor que no hubiera sido electo de entrada... Cercano a los 80 años, enfermo, duro -y más duro con los años-, amigo de las derechas recalcitrantes, inquisidor con las izquierdas, aunque fuesen pequeñas. Con dificultades para asumir un mundo cada vez más plural e independiente.

Digo: si a mí, que tengo 42 años, las cosas me superan en ritmos de cambios y debo intentar entender, adaptar, recrear, para alguien que me dobla en edad debe ser más difícil todavía... Por eso no sé si espero demasiado del que venga. Lo que sí espero es que los creyentes que queremos vivir la propuesta de Jesús no nos cansemos de intentarlo. Que no dejemos de hacer lo posible para que evangelio e iglesia sean sinónimos..

Con quién sea. Más allá de quién sea.

11 de febrero de 2013

De vuelta

Luego de un poco más de una semana en el sur, vuelvo a Buenos Aires, que me recibe con un calor aplastante. Pasé unos días lindos, compartidos; celebré allá mi cumpleaños nº42; leí; jugué; cociné.

Terminar las vacaciones, volver, me hace pensar "Ok, no hay excusas: el año comenzó". Es decir: no hay excusas.
De a poco comenzaré a ver cómo, por dónde, qué cosas...
Por ahora acá estoy, esperando que mi espíritu regrese. Siempre tarda más que mi cuerpo.
Se queda enganchado en algún paisaje.