Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

31 de marzo de 2010

Hand in hand

Ayer parece que lograron algo inaudito con eso de la máquina de Dios. No entiendo nada y por más que escucho atentamente, es como si me hablaran en un jeringoso japonés. Pero parece que es algo groso, importante: dos hfow`kd ¿haces de protones? colisionaron a una velocidad cercana a la de la luz y con eso buscan acercarse lo más posible al momento inmediatamente posterior al Big Bang.
Por la noche, pesqué un programa en el que hablaba desde Mar del Plata un científico que está en el proyecto, y en el piso, junto al periodista, un sacerdote. Ambos coincidían en "reconciliar" fe y ciencia, cómo una no excluye a la otra, cómo dialogan, cómo interactúan. Una expresión me quedó resonando: avanzar en el misterio. Me pareció humilde -creo que la usó el cura-, simple. No despedazar y seccionar con bisturí, sino asumirnos peregrinos en el misterio, en un misterio, del cual intentamos decir algo, desde lugares múltiples, desde experiencias y acercamientos variados, con herramientas diferentes. Pero respetar el misterio, no por intocable, sino por enormemente superior en su "otreidad".
Pensaba en el pobre Galileo, que debe estar gritando "Yo les decía que se puede...".

30 de marzo de 2010

Lo inútil


En el evangelio de Juan, capítulo 12 para ser más exactos, hay un gesto inútil: María, la hermana de Lázaro y de Marta (NO LA MAGDALENA), unge los pies del Maestro con un perfume carísimo y purisimo, de nardo. Juan cuenta que la casa se impregna de tanto aroma; Judas se queja del gasto desproporcionado -costaba casi tanto como un año de salario mínimo); el Maestro se deja hacer y se estremece pensando en la que se viene.
Me conmueve este gesto a todas vistas inútil, exagerado. No tiene más justificativo que el deseo de hacerlo. No tiene más fin que derrochar en el amigo.
Me da desazón ver cómo amarreteo gestos de este tipo, ver cómo (me) cuesta la gratuidad, darla y recibirla sin más.
Me llama a ver en ese gesto la invitación a entender otro, el del Maestro entregando la vida que le arrebatan.
Dice Juan que la casa se llenó del perfume... Espero, deseo, que mis gestos, nuestros gestos, tengan ese plus de llenar la casa para que todos los disfruten, los gocen, los sientan. Aunque sean gestos inútiles.

29 de marzo de 2010

Domingo por la tarde

Con un sol que desmiente el otoño, fuimos ayer con las tres M (Martín, Mariana, Manuel) a plaza Armenia, en Palermo. Se celebraba el Pésaj urbano, iniciativa del gobierno de la Ciudad y alguna agrupación judía.
Música en vivo, un par de stands, puestitos de comida (mmmm, comida), gente dando vueltas. La gente parecía feliz, contenta. Era raro -triste que fuera raro.
Por un rato, me sentí medio turista, porque si bien de nacimiento soy porteño, toda mi vida la pasé en Zona Norte -re-bien, che- e ir a Capital, como le sigo diciendo, me causa algo cercano a la fobia.
Sin embargo, de vez en cuando BsAs me enamora, como cuando descubro estos rincones un domingo de otoño, sentado en el piso con Manu encima, escuchando música judía en vivo, con termo y mate. Hay algo lindo en las casas viejas, en las calles estrechas con árboles, en los extranjeros que dan vueltas, en la gente almorzando en la vereda de algún bar...
Me propongo, cuando pasa algo así, volver, pero me vence la fiaca, la distancia. Por eso, cada vez es como la primera, me deslumbra, me fascina. Y cuando hay fiesta en la calle, cuando están los abuelos y los nietos, cuando disfruto mi extranjería a 20 km de casa, compro Buenos Aires.

28 de marzo de 2010

Encender una luz

Sí, ya sé lo de la hora del planeta. Yo mismo, de 20.30 a 21.30 apagué las luces en casa. Pero me resulta irónico que el signo sea apagar la luz. Que la que hable sea la oscuridad.



En algún lugar perdimos. En otro, ganamos. Perdimos en la carrera de la superación por la ciencia: ahora la ciencia misma nos avisa que, gracias al avance, avanzamos casi hasta el borde. Ganamos, porque se va generando esta conciencia planetaria que nos dice que somos parte y no dueños.



Pienso... el martes 30 habrá luna llena, la primera después del equinoccio de marzo, la que marca la fecha de la pascua (sí, por eso la pascua se mueve cada año, es una fiesta lunar). Decía, pienso cuánta sabiduría tenían nuestros antecesores, qué "ecológicos" eran.


La luna rigiendo las cosechas, las inundaciones fertilizando la tierra, las estaciones que hacían migrar los rebaños, el ciclo día-noche sin luces que lo prolongasen eternamente, el agradecimiento a la Madre por sus frutos, el ruego al Padre por su simiente...
De a ratos, siento que el futuro queda atrás. 

27 de marzo de 2010

Relatos ll

Vuelvo a los relatos, con un cariz más bíblico. Se viene la pascua, que me llena de alegría, sobre todo la celebración de la Cena y la Vigilia. Ahí engancho con los relatos.

Veo que mi fe está basada en estos relatos: un grupo de galileos que siguen a un nazareno, las palabras y los gestos que se fueron dando en este grupo, el arrebato y el juicio y ejecución del Maestro, una tumba vacía, los encuentros con el Viviente.

Hay algo que me vuelve a la infancia, no infantil, sino a esos momentos que recuerdo como misteriosos. No entendía demasiado, pero captaba que algo diferente pasaba.

Superando un poco los nervios que implica preparar las celebraciones, me vuelvo a enganchar con las palabras conocidas, con los signos básicos del pan, el agua, la luz. Y el misterio se palpa de manera renovada. Y ahí me/nos encuentro, compartiendo mesa, soñando utopías.
Sépanlo: el Nazareno engancha.

26 de marzo de 2010

24 de marzo, bis

Dos cosas.
Me impactó sobremanera el ver las siluetas es FB, sólo con nombre, como tantas veces las vi pegadas y pintadas en muros, y no de los virtuales. El hueco, el vacío, me fue elocuente: de las personas quedaba sólo nombre sin rostro. O, mejor, el rostro era el que guardaba en la memoria. Como las fotos de las madres y abuelas.
Me impactó, también, la apropiación que se hizo de los actos, como si se quisieran repartir las reliquias o se intentase medir ¿el dolor? ¿la ausencia?. Si en algo tan básico los sectores que defienden los DDHH no se ponen de acuerdo, ¡ay, Dios mío!. ¿Cómo llegar a acuerdos más grandes, más abarcativos?. Si no podemos consensuar esto, que es básico, ¡qué susto ante la incapacidad!.
Me viene a la mente: qué lejos de lograr un encuentro, una mesa, un acuerdo. Qué triste si la memoria de los que no están se convierte en una afirmación de poder.
Agridulce el recuerdo, más agridulce el modo.

25 de marzo de 2010

Yo ya sé lo que NO quiero

Depurando los deseos, ya hace tiempo que digo suelo no saber lo que quiero, pero sí lo que no. Es un extraño modo de ser feliz. Me resulta más simple ver qué es lo que no quiero, más de una vez, que poder definir qué quiero realmente.
Intentaba explicárselo a alguien y no me entendía, o no sabía yo expresarme, que para el caso es lo mismo. Parte de la filosofía zen pasa por liberarse del los deseo, porque produce frustración y de ahí, dolor; sin caer en ese extremo de no desear, encuentro algo verdadero y bello.
Si bien el deseo es motor, también es ancla. Y estamos llenos de deseos que son como parásitos, que le quitan la voz y la energía a otros deseos más vitales.
¿Deseos parásitos?. Sí, esos que son como impuestos o aceptados a-críticamente, esos que tragamos como sapos. 
En varios órdenes, al pensar o comenzar algo, pienso: ¿qué es lo que no quiero de esto?. Así va decantando lo accidental, lo accesorio, y me quedo con la perla. Claro que luego, algún  parásito se prende, pero al menos, lo veo como parásito momentáneo, cierto "precio a pagar", medio que me lleva hacia mi fin.
Y así voy definiendo, buscando. Con libertad para ensayar.

24 de marzo de 2010

24 de marzo

24 de marzo. En 1976 se producía en Argentina el último golpe militar, inaugurando largos años de infamia y muerte. Años precedidos por la ineptitud de la sra. María Estela Martínez y el nefasto López Rega con su más nefasta triple A. En ese momento no lo sabía, pero varios desaparecidos se iban a cruzar en mi vida: al menos sus hermanos, hijos, hijas, nietos, madres.


24 de marzo. En 1980 asesinaban en El Salvador a monseñor Romero. Ya habían asesinado a Rutilio Grande; los seguirían Jean Donovan, Maura Clark, Dorothy Kazel, Ita Ford, cientos de campesinos, catequistas, animadores y animadoras de comunidades.


Curiosamente, ambos hechos realizados por la derecha militar, que entrenada por USA para defender a América Latina del demonio rojo del comunismo, no dudó en bañar al continente con el rojo de la sangre de sus propios hermanos y hermanas. Con el agravante de ser una violencia ejercida por el quienes tenían o detentaban un poder arrebatado.


30.000 en Argentina, miles en el continente, en nombre de la civilización cristiana y occidental.  Qué ganas de ser oriental y budista, entonces.


Los reclamos de justicia no cesan, la verdad no sale acabadamente a la luz. Al ritmo que vamos, dudo que suceda. Falla la voluntad: la voluntad de verdad, la de pedir y ofrecer perdón, la de asumir culpas y responsabilidades. 


El lazo negro no sólo es luto por quienes no están. Es luto por lo que no será. Con la esperanza tenaz de que sea. Nunca más.

23 de marzo de 2010

Clásico...

No soy un fan de la música clásica. Es más, considero que hay algo de esnobismo en el 85% de las personas que dicen amarla. Como si fuese signo de superioridad cultural.
Claro que tampoco me gusta cualquier música, o alguna sólo la soporto en contextos específicos: cumbia, por ejemplo, dos temas en una fiesta, y punto. Me irrita el tímpano cuando la música está a tope, sea la cumbia en el barrio -con esa raspa que te pega en el hipotálamo-o cuando en cualquier reunión tengo que elevar la voz o esforzarme para escuchar a quien tengo al lado -y esto no es producto de la edad, puedo asegurarlo-.
Más bien, me gusta el silencio. Sin embargo, la música clásica me entró, literalmente, por los ojos. Viendo alguna que otra peli, por ejemplo, El Pianista, me enamoré de los nocturnos de Chopin; no sé cuál me presentó las suites para cello de Bach o los conciertos de Paganini para violín y guitarra. Pero sé que fue una experiencia kinestésica, donde el sonido acompañaba a la imagen, la imagen a la historia, y la historia tenía música.


Ahora, de a ratos, pongo algo de eso mientras leo o escribo. Y siento, de a ratos, que alguna puerta de la belleza infinita se abre.

22 de marzo de 2010

Hotel existencia

Gracias a la iniciativa de Mariana, hemos formado un libro club internacional. Antipodano, como lo nombró. Desde varios rincones del planeta, vamos leyendo y luego, por esta ambigua maravilla de la red, compartimos impresiones.
El año pasado, entre otros, leímos Brooklyn Follies, de Paul Auster, autor que no había conocido aún. 
En un momento, se plantea el tema de un "Hotel existencia", algo así como EL lugar en el mundo. Eso dio para que, a instancias de Pilar, compartiésemos entre los co-lectores, cómo sería nuestro hotel. Yo decía algo así:
Uh, mi Hotel Existencia... Libros, sin duda; soft music, o mejor, algún aparato que detectase qué tipo de música es la adecuada según las ondas que emana el cerebro... Gente interesante (iba a poner inteligente, pero capaz quedaba afuera).

Clima ideal como para poder leer, charlotear o jugar al solcito. Constantes re-runs de series; lindas pelis para las noches (en la cuales hará falta una mantita de "mirar pelis"). Humor "palabrístico", de ese que divaga de palabra en palabra, con dobles o triples lecturas.
Espacio amplio para propiciar los encuentros y las soledades; mesa eternamente puesta para picadas. Niños, casi obligatoriamente, para recordarnos cómo jugar y lo simples que son las cosas.
Montañas al alcance del horizonte.
Estuvo bueno pensar y compartir el deseo. Y está bueno constatar que algo de ese hotel vamos construyendo. 
¿Cómo sería el de ustedes?.

20 de marzo de 2010

Guilty pleasure

¡DEXTER!. Tengo síndrome de abstinencia. En febrero terminé con la maratón de la cuarta temporada y, si no entendí mal, recién en septiembre arranca la quinta. Temo tomar su lugar. 


Dexter es uno de los placeres culposos, adictivos. Un asesino serial entrañable, querible. Adoptado por un policía que descubre que no tiene sentimientos y sí un ansia enorme de matar, Dexter es "entrenado" por Harry, su padre adoptivo, para que mate a los chicos malos sin dejar huella. Dexter no tiene sentimientos. Ninguno, 


Dexter crece y se hace forense de la policía, donde trabaja junto a su hermana. Dexter sigue matando. Y causa placer...


Más allá de Michael C Hall, quien con sólo levantar una ceja deja que su oscuro pasajero pase a primer plano, la serie me fascina. Y la idea también. Habla del asesino que nos habita y que, si pudiese vencer las barreras de la culpa, el peligro de ser atrapado, el tabú de reconocerlo, procedería, sin más, como Dexter. Eso lo hace querible. 


Y quién pudiese, por un día, ser Dexter. Véanla, la recomiendo. Y si se hacen adictos, no digan que no les avisé.

Contradicción

            A veces me siento de cien años,
con mil vidas en mis espaldas.
            Otras me siento virgen en tiempo,
puro futuro posible.
            No sé qué es peor.



Estos versos de un poeta contemporáneo (yo, en realidad), se abrieron paso en mi cabeza andá a saber por dónde y por qué. Tuve que rastrearlos en un viejo archivo de word. Los releo. Los vuelvo a firmar, aunque tengan más de diez años.


Sólo que ahora le cambiaría el peor por un mejor. O lo escribiría dos veces, una tras otra, con la variante mínima y máxima. Eso, no más.

19 de marzo de 2010

Asombro repetido

Mi sobrina Rocío comenzó primer grado. A veces, hacemos juntos la tarea. Buscamos el sonido de las palabras, tratamos de encontrar las letras de esos sonidos, ponerlas en orden, escribirlas... Contar cuántas flores hay en un ramo y poner el número "escrito".


Se le está abriendo un mundo: el de la lectura y la escritura. Cada vez que puede leer o escribir, es genial ver el proceso que le lleva y cómo se obstina en conseguir que las palabras le salgan, por el lápiz o los labios.
Y me encuentro recorriendo sílabas y vocales en español, algún sonido en inglés, los números para contar y ordenar... Está buenísimo.

Y me siento Gardel cuando se asombra de lo que yo sé, cuando entiende algo que le explico, cuando podemos escribir nuestros nombres.

Pienso: cuántos universos encierra el aprender, qué bueno está recorrerlos, qué suerte ser alfabetizado, tener la posibilidad de viajar con un (con los) libros,  poder ponerle palabras a lo que siento, transmitir lo que sé y recibir la sabiduría de otros, buscar maneras de entender o explicar lo nuevo, tener la posibilidad de recorrer este camino con otros.

Qué bueno está sorprenderse y poder mirar, un poco, con los ojos de la enana esta.

18 de marzo de 2010

Relatos...

Pasado el exabrupto de ayer (aunque no la bronca o el desconcierto), vuelvo a la memoria y los relatos. 
Me suena, inmediatamente, la imagen del fogón en la noche. Debe llegarme desde las voces de nuestros antepasadísimos nómades. Me viene la imagen de los cuentos a la noche, antes de ir a dormir. Los bed time stories. Me viene otra imagen, de Francesco, de Liliana Cavani: muerto Francisco de Asís, Clara y otros se reúnen a "contarse" a Francisco. En ese contarse, la historia, su historia, cobra vida.

En algún punto, el relato pone orden, da origen, apunta al futuro. Enraíza en el pasado, abre al porvenir. Su repetición, inmutable casi, se hace parte de nuestro pulso vital. Genera comunidad, pertenencia. Da sentido.
Es el relato de nuestra historia en común la que nos revela los vínculos, los lazos que nos unen o los abismos que nos separan de otros.

El relato de un 25 de mayo de 1810, el de una tumba vacía una mañana en Judea, un abuelo inmigrante, un pasado juntos. Ahí es donde bebemos, ahí es nuestra fuente.

Claro, estos relatos tienen que ser re-leídos, reinterpretados miles de veces. No puedo seguir mirando a los 40 la plaza de Mayo como si fuese la lámina del Billiken, so pena de perpetuar los paraguas en lugar de la libertad. Pero el relato sigue intacto, se transmite, se conserva. El relato es tradición de la más pura. Y en ella está nuestro futuro.

17 de marzo de 2010

No nos dejes caer...

no, no en la tentación... Parece que el ¿nuevo? enemigo es el saber. Los remito a esta nota de Clarín http://www.clarin.com/diario/2010/03/15/um/m-02159951.htm y si no, googleen y después sigan leyendo. IN DIG NAN TE. Les aviso: estoy enojado.

 ¿Cómo puede ser que sigamos con estas prácticas?. Y no hablo de la censura, ojalá, hablo de algo previo: la opción por la ignorancia de los demás, que no es otra cosa que una forma aberrante de poder. Y así seguimos perdiendo la posibilidad de pensar, de crecer, de juzgar, de ejercer la inteligencia, que es tan don de Dios como la piedad.

¿Cómo puede ser?. No sé, pero sé que en algún punto, lo padezco en carne propia. Uy, no digas eso... Entonces: ¿para qué la formación teológica, bíblica y científica?. La que me dieron y recibí, y en la que permanezco. ¿Para el laboratorio?. Es como si a alguien que estudia la transmisión del dengue le pidieran que no hable de los mosquitos, causa principal de la enfermedad. ¡Por favor!.

Así perdemos, perdemos todos. Perdemos la posibilidad de saber, de pensar. La posibilidad de divulgar el conocimiento. De hacer posible que otros y otras tengan herramientas que deberían estar al alcance de todos.
Pero no, la opción sigue siendo el miedo: no (me) cambien el cuentito, a ver si se (me) mueve el piso. Seguimos formando monstruos deformes: mucha piedad, mucho corazón, pero poco cerebro e inteligencia. Deformidad. Perpetua minoría de edad. Un horror.

Personalmente pienso: si un papá forma a sus hijos en el miedo, no está siendo buen padre. Si una mamá no vence el temor de dejar salir al nene hasta la avenida, es posta que de grande se lo llevan puesto, porque nunca aprendió a mirar al cruzar la calle.

Y la culpa no es del nene, si se asusta con los autos. O peor, si el auto lo pisa.

16 de marzo de 2010

Persistencia de la memoria II

Decía de la memoria, cuna y tumba. Los semitas tienen una concepción de la memoria que va más allá del simple recuerdo, que es hacer actual el hecho recordado...

Hace unos años participé en el Séder de Pascua en una sinagoga; la comunidad judía recibía a varios "goi" para la cena pascual. Estrictamente hablando, el séder de pésaj es una celebración casera, doméstica, pero como la tradición se estaba perdiendo, hace varios años que se celebra también en las sinagogas.

Fabián, el rabino, fue guiando la celebración. Aparecieron relatos, gestos, palabras que sentí me pertenecían, que  eran parte de mi historia. Yo estaba entre los que salieron de Egipto, entre los que celebraban a escondidas en el ghetto de Varsovia, entre los que marranos que simulaban ser cristianos para poder vivir como judíos... Esa memoria de otros, se me hacía cierta y presente en ese momento. Me remitía a las primeras comunidades cristianas, hijas de estas otras comunidades.

Todo por relatos antiguos que se actualizaban en ese momento. Relatos que fundan, que fundamentan. Relatos de los que carecemos. Relatos que necesitamos.

15 de marzo de 2010

Persistencia de la memoria

Todo está guardado en la memoria,
sueño de la vida y de la historia.

León Gieco


Reconozco, me gusta esta canción. La memoria es cuna. No esa memoria que de a ratos se me empantana, sino la memoria vital, la que guarda mi/nuestra historia. Como le dice el personaje de Carmen Maura al de Eusebio Poncela en La ley del deseo: "No te mueras, porque si mueres me quedo sin historia". Esa memoria que nos constituye en nuestros más y menos. La que está grabada en los recovecos del cerebro.


Celebro esa memoria-cuna, que es fuente de vida. Pero la memoria también puede ser tumba. Y no es otra, sino la misma, pero que se enquista, que se venga, que no deja de odiar o malquerer, que para el caso es lo mismo.  Esta memoria tumba está llena de hedor, de muerte.


Veía Invictus. Más allá de lo hollywoodense, me impresionaba la figura de Mandela. Supo reconciliarse y reconciliar, pasar más allá de lo vindicativo y construir. Supo sanar la memoria. Rearmarla para que no siga dividiendo, sino construyendo comunión. Cómo me gusta. Cómo me/nos desafía.

13 de marzo de 2010

Ops!

Sin querer hice que alguien querido se sintiese mal. Por suerte me lo hizo saber, con lo cual, fuimos dos los que nos sentimos mal: uno por mi torpeza y el otro, yo, por ser torpe. Afortunadamente, no era nada de vida o muerte, nada extremo.
Pienso: ¿cómo es que puedo/podemos hacer esto?. Tenemos palabras, gestos, historia, búsquedas. Y sin embargo, estas cosas pasan, me/nos pasan.
Ergo: estar más atentos, ser más claros, más perceptivos, más receptivos. Intentos que no cesan y que hay que renovar. Constantemente, tenazmente. Sobre todo, con los otros y otras con quienes nos pertenecemos mutuamente. Que nos importan, que nos cuidan y a quienes queremos cuidar.

12 de marzo de 2010

Opciones en el exilio

Sé que en estos días me puse más bíblico, o que al menos más explícita o claramente pienso desde ahí. Y que vuelvo con el mismo tema. Pero me resulta más que útil, vital, como clave hermenéutica. Les pido me banquen.

El exilio, decía, fue clave en la autocomprensión de Israel, y fue momento de opciones. Básicamente, se decantaron en tres grupos:

  • los que se amoldaron a Babilonia, olvidando su origen
  • los que optaron por distinguirse como pueblo y raza, acatando a rajatabla la ley
  • los que recrearon/renovaron su ser pueblo de Dios en esta nueva coyuntura
De los primeros, no queda memoria; de los segundos, tenemos el grupo que decanta en los fariseos del Nuevo Testamento y otros grupos más o menos radicales; de los terceros nos llegan las voces desde perlas del Antiguo Testamento.

Extrapolo. En nuestra situación de "exiliados", con paradigmas cambiantes, con eso tan difuso de la posmodernidad que difumina bordes, con las experiencias más globales (we've got the all world in our Palms, parodiando la canción), las antípodas a la vuelta de la esquina. En esta situación, ¿cuáles son nuestras opciones?.

Veo, palpo, que se reeditan: 
  • un post cristianismo decepcionado, que en el mejor de los casos, deviene humanismo genuino, y en el peor, individualismo extremo
  • los fundamentalismos que reaparecen variopintos en las grandes religiones (Islam, Judaísmo, y las diversas confesiones cristianas)
  • una búsqueda más ecuménica, holística, diría, que integra lo nuevo y lo viejo, buscando modos de re-nombrar, celebrar, encontrar, descubrir la presencia inmarcesible de quien es siempre nuevo y viejo 
Está de más decir dónde me planto. Está de más decir que somos muchos. Está de más contar cuánta vida se encuentra.

11 de marzo de 2010

Sigo, de alguna manera.

Decía en parte, ayer, lo que significó la experiencia del exilio para Israel. Entre el 587 y el 538 antes de la era común, gran parte de los habitantes de Jerusalén son deportados a Babilonia. Ahí, además de las crisis que mencionaba ayer, surge otra, que es paralela y transversal: ¿qué pasó con nuestro Dios?. ¿Fue vencido por los Dioses y Diosas de Babilonia?. Ahora que nada nos garantiza su presencia -no templo ni sacerdotes, no ofrendas, no tierra prometida, no reyes-, ¿está o no acá, con nosotros?.
Algunos comienzan a buscar otras palabras y expresiones para hablar de Dios: imágenes de madre, útero, compañero cercano, goel -el que rescata/responde por el que está en desgracia-, consuelo, casa... Y lo que es más, descubren que no es el Dios de ellos, sino el de todo ser humano: es el creador del universo, incluso de sus enemigos, el que hace que el sol salga para todos, el que a todos da la lluvia, el que está con ellos ahí, en el exilio, sin templo ni culto, pero irremediablemente unido a su pueblo.
De la experiencia de alienación cultural, religiosa, geográfica, nace la de lo universal; de la máxima lejanía física, la mayor certeza de presencia, inmanente y trascendente. Nace, como línea que subyace hasta las comunidades del nuevo testamento, la posibilidad de un Dios de todos y para todos.
El exilio genera la apertura. En el exilio, sopla la vida...
to be continued...

10 de marzo de 2010

Daniel

Ya no hay más en este tiempo, ni jefe, ni profeta, ni príncipe, ni holocausto, ni sacrificio, ni oblación, ni incienso, ni lugar donde ofrecer las primicias, y así, alcanzar tu favor. Pero que nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humillado nos hagan aceptables...que así sea hoy nuestro sacrificio delante de ti, y que nosotros te sigamos  plenamente, porque no quedan confundidos los que confían en ti. (Dan 3, 38-40)

Ya lo sé. Por más que lo intento evitar -acá, al menos- tengo el chip bíblico incorporado. Para los que teman un arranque fundamentalista o piadoso, relax. Mi acercamiento suele ser más exegético, histórico, existencialista, diría Ova.
Pasa que el libro de Daniel, en parte, hace memoria de una de las experiencias más terribles del Israel bíblico: el exilio, donde no tenían nada de lo que les "garantizaba" el contacto, por decir, con Dios: no templo ni culto ni sacerdotes, no tierra prometida, no rey... Nada. Sólo quedaban las personas desnudas, sin seguridades ni muletas.
Ahí algunos, que no todos, hacen un clic: QUEDAMOS LAS PERSONAS. Y comienzan a pensar, rezar, proyectar desde el culto vital. "¿No hay templo y eso?. Estamos nosotros. ¿No hay animales u ofrendas?. Estamos nosotros".
Me animo a decir: estamos nosotros. Como ofrenda vital al otro/a, al Otro. Como lugares sagrados, como personas sagradas, como vivientes con y para la comunión (¡no lo piensen "católicamente", sino, bue, como sea). Como posibilidad de lo nuevo. Lo inesperado.
En algún lugar, siento que esto me conecta, desde mi fe, mi ser, con la práxis de otros/as, con las experiencias de donación y sacralidad "laicas" en otros/as, con algo de esa bondad infinita que habita a la humanidad. Y "huelo" algo del evangelio.

9 de marzo de 2010

ENTRE RUINAS

            Hoy no me lamentaré ante las ruinas
no añoraré el pasado de gloria
ni esperaré el futuro redentor.
No sé por qué
pero ya no busco causas
ni culpables
ni culpas
ni culposos.
Nadie puede dar razones para el desastre.
Desde hoy no me lamentaré ante las ruinas.
Me sentaré delante de ellas
y las beberé de un vistazo
                                               o dos.

En épocas un poco más pretenciosas -o inconscientes, que para el caso es lo mismo- escribía.  Es decir, todavía escribo, pero se me había puesto en la cabeza que podía ser poeta, escritor, cuentista.
Claro que nunca me preocupé por formarme, más que algún taller literario. Pero me encontré con esto que encabeza el post y me dieron ganas de compartirlo, venciendo ciento treinta y cuatro pudores. Sólo le saqué unas dos líneas que hoy me gustan menos.
El origen: alguna de las tantas malas pasadas que nos jugó la vida, más la certeza de la restauración.
Para mí, tiene algo de liberador.

8 de marzo de 2010

π = 3,14...

Así es como logré recordar unos versículos del libro del Éxodo. Brevemente: este libro de la biblia narra la esclavitud en Egipto, liberación, peregrinación por el desierto, del pueblo de Israel.
Y en 3,14... es cuando desde la zarza, YHVH le revela su nombre a Moisés: "yo soy ''EL QUE ES''". Me llama la atención que el Dios que se le revela a Moisés no tenga más nombre que este. No lo define un nombre, como a los Dioses y Diosas de los pueblos vecinos, sino una/s acción/es: escuché, vi, bajaré, liberaré...
En esta falta de nombre (o de definición, que en la mentalidad semítica es lo mismo), creo que se asoma el misterio, lo inabarcable. Como no se lo puede nombrar, definir, tampoco se lo puede abarcar, limitar, encasillar. La magia queda lejos: no se lo puede manipular. Hay que verlo, descubrirlo, percibirlo, en acción, en sus gestos y gestas.
Me quedo con esto, por ahora: el fondo del ser, es misterio inaprensible. El de Él/lla, y el nuestro. Somos misterio, en el fondo. Misterio a ser recorrido, intuido, asomado, aunque nunca acabado, develado.

7 de marzo de 2010

Modelos, bah.

La cito a Dolo, que posteó en el FB: 


La felicidad es un camino, una manera de andar por la vida, no una meta...


Decía lo de la felicidad porque, como varias otras cuestiones, hay crueles patrones con los que nos medimos en esto también. Y no solemos dar la talla, la mayoría de las veces. 
Pasa como cuando queremos tener un cuerpo como el de... (cada quien ponga el nombre que le quepa). Tá bien que tengamos esa meta, pero con nuestro cuerpo, con su historia, sus kilos, sus partos, sus límites.
¿La raíz común?: los modelos. No por ellos en sí, sino por el modo en el que los hemos (nos los han) internalizado. Hay UN cuerpo bello; UN modelo de familia; UNA iglesia; UN modelo de padre/madre... UN..., ¡por Dios!. Tantos y tan diversos como nosotros y nosotras.
Creo, entonces, que algo análogo podemos decir de los modelos de felicidad. Está el deseo... En cada uno y una, la posibilidad de hacer camino. No hay excusa.

6 de marzo de 2010

Hacer felices... ¡a ser felices!

Si pudiésemos desligarnos de la orden de la búsqueda de la felicidad, creo, seríamos más felices. Librarnos de ese guión de película o novela barata, donde todo termina espectacular en hora y media. Esa obligación de tener que alcanzar una plenitud que nunca alcanza. Otro buzón que compramos.
Claro que todo ser humano quiere ser feliz, sin duda. Lo que me parece cruel es el modelo de felicidad que buscamos, mezcla de euforia constante y nirvana desapasionado. Mezcla de éxito personal con pose de self made individual, no person.
Creo que lo terrible es el modelo, como tantos (por no decir todos) los modelos. ¿Cómo construirnos un modo de felicidad que tenga que ver con lo real y no con lo ideal?. Una felicidad peregrina, del ahora, del acá. Que no hipoteque el presente para perseguir una quimera, que pueda enraizarse en lo conflictivo de la existencia humana.
Puedo decir que soy feliz. ¿Los sesenta minutos de cada hora de cada día?. No, claro que no. Pero sé que ningún día he dejado de ser feliz, aunque sea, por lo que dura una sonrisa.
Tá bien, felicidad, chiquita, mezquina, capaz. Pero que me alcanza. Y la alcanzo.

5 de marzo de 2010

Ovillos


Mientras devano la memoria 

forma un ovillo la nostalgia


si la nostalgia desovillo 
se irá ovillando la esperanza

siempre es el mismo hilo.

Mario Benedetti

A la siesta pasó Vale, amiga recuperada, aunque nunca perdida. Trajo madejas para que, mientras charlábamos, las fuésemos ovillando. Casi como nuestra larga conversa.
Nos sentamos en el parque, a la sombra amistosa del álamo americano, que, además, regalaba un poco de brisa.
Nos enredábamos, íbamos y volvíamos en las historias, los relatos, las experiencias.
Pasamos por nuestras abuelas, nuestras (de)formaciones, nuestras ideas e intuiciones.
Aparecieron Dios y dioses, hijos y amores, deseos y ensayos. Tribus y comunidades, alguna emoción contenida en la garganta.
No siempre podíamos terminar lo que queríamos decir: las palabras formaban deltas de otras palabras, que se abrían en muchos arroyos.
No estamos de acuerdo 100% en todo, claro, pero cuando las órbitas de nuestros planetas de acercan, está buenísimo. El tiempo voló mientras las madejas se hacían ovillos. Y por suerte, no está todo dicho, queda por  desmadejar.

4 de marzo de 2010

Caleidoscopios II

De paseo con mis sobrinos más pequeños en el barrio chino -salida que a esta altura es tradicional-, conseguí un tomoscopio (pariente del caleidoscopio). Sigo inventando fotos con él, algunas en verdad lindas.
Y por eso que decía de la variedad e inmutabilidad que tienen los aparatos estos, también se me ocurría otra cuestión. Que en esto de buscar la belleza/felicidad/bondad, hay que saber elegir dónde poner la mirada.
Incluso si eso supone la tarea de crear nuestra mirada, nuestra aproximación. Si es necesario, para lograr la foto que quiero, parcializo la toma, busco ángulo, luz, macro, flash o no... Pero busco construir con lo que tengo a mano.
Fuera de la foto, lo sé, queda muchísimo más, pero opto por poner la mirada ahí. Pensándolo un poco más creo que así en gran parte es como me tomo la vida. Con lo que tengo y puedo, voy haciendo opciones, caminos, búsquedas que no son la totalidad del paisaje, sino lo que quiero y puedo abarcar.
Queda mucho afuera, sin duda. Pero los bordes de las fotos de otros rozan los míos, y así tejemos una gigantografía, nos podemos visitar en nuestros paisajes, permear fronteras, prestarnos filtros.

3 de marzo de 2010

Defensa de la alegría

Don Mario Benedetti tituló así uno de sus poesías, claro que en la época pre-tinellesca, cuando la alegría era menos obligatoriamente burda. Menos parecida a la euforia idiotizante.
¡Qué fácil y qué difícil es dar alegría!. Y al mismo tiempo, es un gran valor del evangelio en el que creo. Alegría que tiene que ver con el don compartido, con lo que es gratuito (aunque cueste...), con mejorar los vínculos, con la fiesta, con el encuentro
Creo, pienso -ojo que me pongo religioso, si quieren, sigan de largo- que nos hemos olvidado que evangelio es buena noticia, y que ser una buena noticia, antes que nada, produce alegría.
Creo, pienso, que parte de mi ministerio,de mi vida, tiene que ver con esto de creer en que hay buena noticia, que Dios mismo es buena noticia. Y que así como la belleza, también la alegría es un signo muy fuerte del evangelio de Jesús.
Lástima (y lastima) palpar que para tantos esta alegría no tiene nada que ver con la fe y la vida.

2 de marzo de 2010

Se mueve todo...

Imposible no tener cerca, a mano, las imágenes que nos llegan de Chile, como un poco atrás llegaban las de Haití, como tantas imágenes que nos llegan y nos atacan, crudas.
Imposible no pensar en lo trementamente frágil que es la existencia. No me prendo en el alarmismo, ni creo que sean las hecatombes anunciadoras de ningún fin. De hecho, pasa que lo lejano hace rato que queda acá a la vuelta.
Imposible no ver los saqueos (creo que mucho más justificados que en nuestro olvidable diciembre de 2001) y presenciar el asomo de la animalidad que nos habita. Y a la vez, esos asomos de bondad que nos dan orgullo de pertenecer a la familia humana.
A la vez, qué tremendo en sentir que alguna parte mía está como anestesiada ante tanto estímulo; que puedo ver u oír las  noticias mientras como, sin que se atragante la comida. No sé, muchas sensaciones contradictorias que no sé cómo se pueden reconciliar.
Sí, todo se mueve. La tierra y los adentros.

1 de marzo de 2010

Mientras tanto, busco.

Me quedó sonando algo que leí de Vale, una amiga. Hablaba -escribía- de optar por un modo de vida más austero y más solidario. Tomo estas palabras y para variar, me las apropio.
La solidaridad goza de buena prensa. Mi pueblo, el argentino, se enorgullece de ser solidario. Y en algún lugar, creo que es cierto: con tantas sacudidas económicas y sociales hemos ido aprendiendo algo. 
Ahora bien: me parece que hay que avanzar unos pasos y pasar de la solidaridad catastrófica vertical, que es puntualísima y esporádica, al modo solidario de vida: la conexión, la proxemia, la empatía. Y acá aparece de la mano la austeridad, quien, pobre, no tiene tan buena prensa. 
Austeridad: vivir con lo necesario, saber administrar y no derrochar al cohete, no inventarme ni dejar que me impongan necesidades. ¿Está bueno tener un I Pod?, claro que sí. ¿Lo necesito?, la verdad que no...
Esta austeridad nos abre la posibilidad de la solidaridad habitual: cuanto de menos cosas superfluas, en algún punto, dispongo de más: más sensibilidad al afuera, más capacidad para empatizar con el otro, con la otra, más transparencia en la administración de los bienes... Ojo, soy consciente que digo (escribo) esto en mi netbook, sabiendo que tengo comida y techo... Pero aún así, apuesto a lo austero.
 Me libera: no debo pelear por llegar, aparentar, acumular... Me fraterniza: aprendo a compartir lo que tengo y lo que soy. ¡Hasta es más ecológica, ya que produzco menos residuos!.
Igual, no es algo que tenga resuelto, pero voy intentando transitarlo. Y mientras tanto, busco.