Gente que se dio una vuelta


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17 de marzo de 2010

No nos dejes caer...

no, no en la tentación... Parece que el ¿nuevo? enemigo es el saber. Los remito a esta nota de Clarín http://www.clarin.com/diario/2010/03/15/um/m-02159951.htm y si no, googleen y después sigan leyendo. IN DIG NAN TE. Les aviso: estoy enojado.

 ¿Cómo puede ser que sigamos con estas prácticas?. Y no hablo de la censura, ojalá, hablo de algo previo: la opción por la ignorancia de los demás, que no es otra cosa que una forma aberrante de poder. Y así seguimos perdiendo la posibilidad de pensar, de crecer, de juzgar, de ejercer la inteligencia, que es tan don de Dios como la piedad.

¿Cómo puede ser?. No sé, pero sé que en algún punto, lo padezco en carne propia. Uy, no digas eso... Entonces: ¿para qué la formación teológica, bíblica y científica?. La que me dieron y recibí, y en la que permanezco. ¿Para el laboratorio?. Es como si a alguien que estudia la transmisión del dengue le pidieran que no hable de los mosquitos, causa principal de la enfermedad. ¡Por favor!.

Así perdemos, perdemos todos. Perdemos la posibilidad de saber, de pensar. La posibilidad de divulgar el conocimiento. De hacer posible que otros y otras tengan herramientas que deberían estar al alcance de todos.
Pero no, la opción sigue siendo el miedo: no (me) cambien el cuentito, a ver si se (me) mueve el piso. Seguimos formando monstruos deformes: mucha piedad, mucho corazón, pero poco cerebro e inteligencia. Deformidad. Perpetua minoría de edad. Un horror.

Personalmente pienso: si un papá forma a sus hijos en el miedo, no está siendo buen padre. Si una mamá no vence el temor de dejar salir al nene hasta la avenida, es posta que de grande se lo llevan puesto, porque nunca aprendió a mirar al cruzar la calle.

Y la culpa no es del nene, si se asusta con los autos. O peor, si el auto lo pisa.

3 comentarios:

Marus dijo...

Desde el ángulo que lo mires es una vergüenza. Pero, creo, una vergüenza de la que, un poco, nos toca hacernos cargo. Al menos a los que nos sentimos iglesia.
Por ahí, no sé, animándonos a formarnos y también a formar en, y desde, el lugar que nos toca, el de todos los días. Para que al menos, sea algo más difícil vendernos cualquiera.
Todavía no pierdo la esperanza de que, algún día, seamos más los dispuestos a compartir la mesa que los preocupados por ocupar la cabecera

Pablete dijo...

Coincido y agrego: lamentablemente, más allá de quienes quieren ocupar cabeceras, están aquellos que ni a palos se imaginan una mesa redonda, y a toda costa quieren que todo sea como siempre... Y no sólo en la jerarquía.

Anónimo dijo...

Ja ja, y me rio por no llorar... También pensaba en la mesa redonda, pero a algunos ni se les ocurre. Por ahí estaría bueno que como iglesia nos preocupemos, en lugar de censurar y/o censurarnos, en acompañar nuestros propios procesos. Tenemos más de dos mil años y seguimos siendo niñitos, que tomamos lo que se nos da y no nos animamos a cuestionar. Hay que apostar a la crisis,bah! o hacerse cargo de ella porque se nos está viniendo encima (el obispo jesuita que le escrbió al papa dice "que son las menos cinco"). Confío en que tenemos con que volver a construir