Gente que se dio una vuelta


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18 de marzo de 2010

Relatos...

Pasado el exabrupto de ayer (aunque no la bronca o el desconcierto), vuelvo a la memoria y los relatos. 
Me suena, inmediatamente, la imagen del fogón en la noche. Debe llegarme desde las voces de nuestros antepasadísimos nómades. Me viene la imagen de los cuentos a la noche, antes de ir a dormir. Los bed time stories. Me viene otra imagen, de Francesco, de Liliana Cavani: muerto Francisco de Asís, Clara y otros se reúnen a "contarse" a Francisco. En ese contarse, la historia, su historia, cobra vida.

En algún punto, el relato pone orden, da origen, apunta al futuro. Enraíza en el pasado, abre al porvenir. Su repetición, inmutable casi, se hace parte de nuestro pulso vital. Genera comunidad, pertenencia. Da sentido.
Es el relato de nuestra historia en común la que nos revela los vínculos, los lazos que nos unen o los abismos que nos separan de otros.

El relato de un 25 de mayo de 1810, el de una tumba vacía una mañana en Judea, un abuelo inmigrante, un pasado juntos. Ahí es donde bebemos, ahí es nuestra fuente.

Claro, estos relatos tienen que ser re-leídos, reinterpretados miles de veces. No puedo seguir mirando a los 40 la plaza de Mayo como si fuese la lámina del Billiken, so pena de perpetuar los paraguas en lugar de la libertad. Pero el relato sigue intacto, se transmite, se conserva. El relato es tradición de la más pura. Y en ella está nuestro futuro.

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