Gente que se dio una vuelta


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24 de mayo de 2010

Construir el futuro

"Los límites de mi habla representan los límites de mi mundo" (Wittgenstein)

Releyendo El país que nos habla, de Bordelois, me re-encuentro con esta idea y otras, que retroiluminan algunas ideas peregrinas...
No ha de ser casual que en este tiempo bicentenariento haya retomado un libro con tal título. No ha de ser casual que en medio de los festejos -necesarios, precisos y preciosos-, este habla no sea diálogo. No ha de ser casual, digo.

El lenguaje, otra vez, aparece en mi horizonte, con la variedad que tiene, la fuerza que carga, la memoria que nombra y el futuro que sueña. El futuro. Cómo hacer para nombrarlo, decirlo, soñarlo, construirlo, si no hay palabras que sustenten el sueño.

Pregúntenle a alguien, un adolescente con pocas palabras (no de pocas palabras) por sus proyectos. No creo que pueda hilvanar más de dos oraciones bimembres, y recen para que no se le cruce algún silogismo. Casi como dialogar con un chiquito de 4 o 5: su mundo es lo que puede nombrar, decir. Es un mundo limitado. Cuando no puede decir, patalea o llora, hace berrinches.
Estamos ante (o sumergidos ya en) un futuro de infantes crónicos, berrinches constantes y pataleos a mansalva. Es eso o recuperar las palabras.

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