
He leído muchas, muchas veces este libro. Cada vez más, me afirmo en mi intuición de verlo como una gran parábola: en un mundo de enceguecidos, ¡cuánto sufre quien puede ver!; ¡qué responsabilidad conservar la vista y tener que ver-mirar-guiar a otros!. No lo digo desde la soberbia de creer que veo perfectamente, más de una vez los límites se difuminan y confunden, no calculo bien las distancias, pero veo, y de eso estoy seguro.
Son muchos los que ven, sombras aunque sea. La duda es si venimos de la oscuridad o vamos hacia ella. Si este ver es misión o castigo. Si no estaría mejor quedar sin luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario