Gente que se dio una vuelta


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10 de junio de 2010

Entretejiendo

Les cuento: una de las personas más importantes en mi vida ha sido mi abuela materna. Por diferentes motivos fue la figura estable en medio de inestabilidades; presente, nutricia, amorosa. Muy simple, casi iletrada. Por no recuerdo qué enfermedad o accidente dejó el colegio muy pronto y nunca volvió. Estamos hablando de principios del siglo XX.
Eso no quita que le gustase mucho leer. Quizá, por haber dejado la escolaridad muy temprano, nunca pudo leer totalmente en silencio, siempre susurraba lo que iba recorriendo con los ojos.
Si fuese la mitad de buena persona que fue ella, me daría por hecho.

Abuela tejía mucho: al crochet todo el año, con dos agujas, más para el invierno. Recuerdo ver cómo crecía el tejido, mientras ella miraba televisión.
Algo de ese don lo tiene mamá, pero hace rato que no lo puede hacer con la precisión que solía: los años y la medicación le quitaron la motricidad fina; igualmente, algo hace, con agujas y lana gruesa.
A mis hermanas es algo que nunca las atrajo, si bien la mayor lo hace y bastante bien.

Hoy, me emocioné hasta las lágrimas cuando la ví a Loli (Rocío, hija de mi hermana menor, de 6 años) con unas agujas altas casi como ella, mostrándome lo que su abuela, mi madre, la hija de mi abuela, le había enseñado. Y a su vez, queriendo enseñarme cómo se hace.
Eso es tradición de la más pura.

1 comentario:

penelope134 dijo...

¡Qué lindo, Pablo! Qué ternura que Rocío quiera enseñarle a alguien así como le enseñaron a ella.