
Son congruentes: pueden y deben, no por obligación sino por fidelidad, ser fieles al aquí y ahora externo e interno; se dejan tocar, atravesar, conmover por lo que pasa y lo que les pasa, y actúan o no en consecuencia. Pero no son neutras.
Son peregrinas/os conscientes, se saben en posesión pero en tránsito, flexibles y firmes.
Son capaces de integrar en ellos/as lo femenino y lo masculino. Y no le temen a las emociones.
Se toman en serio, pero no con seriedad: porque -se- respetan pero también conocen el juego y la risa.
Se alegran y se lamentan con las infinitas caras de la humanidad, porque las reconocen en sí mismas también.
Buscan la sinergia y la comunión no como estrategia, sino como estilo de vida, porque se reconocen parte, no dueños, de este mundo fascinante y tremendo.
Y muchas más cosas, que se nos irán ocurriendo.
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