
Una de las torturas en los campos de exterminio del nazismo, hacían que un prisionero llevase, de un punto a otro, una pila de rocas. Al terminar, debía hacer el camino inverso.
Una cola eterna en el banco lleva hasta el mostrador, donde se nos avisa que no, que ahí no se cobra el ABL sino sólo a los clientes del banco.
El infierno debe estar lleno de estos absurdos.
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