Gente que se dio una vuelta


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6 de abril de 2010

Ridicule

Tengo que preparar un par de cosas para el callback.  La cosa es que ya la audición es una instancia bastante feíta; para colmo, ahora, viene con la instrucción de poner vocecita extraña, tipo de cartoon para los personajes. No me sale. Bah, no sé si me sale, la cosa es que tengo que superar el ridículo, la vergüenza propia para encontrar esas funny voices. 
Ahí siento que está el desafío. encontrar mi voz ridícula, no temerle a lo que pueda salir. Es que en mi mapa mental el ridículo entra en la categoría de pecado capital. Es un borde que me cuesta traspasar. Al menos, a propósito y de entrada. Otra vez tengo que luchar contra la necesidad de control, al menos en eso. Mi sentido del humor pasa más por lo irónico, por lo intelectual, no por lo físico o payasesco. Claro, que ese es un humor que puedo manejar. Acá la cosa es diferente, soltar. Veremos qué sale. Después les cuento.

1 comentario:

josembielza dijo...

El 9 de Abril tuve ocasión de conocer a Rosa y Marcos. El motivo fué una exposición colectiva de chistes en la que su hijo y yo participábamos. Los colaboradores decidimos dedicar la exposición a la memoria de "Marckos" (así firmaba) al enterarnos de que había fallecido antes de hacer los 20, el pasado otoño. Yo admito que no lo supe hasta meses después (la exposición ha estado parada mucho tiempo y el organizador no me mandó noticias, tampoco yo hice mucho por averiguar acerca del tema). El fallecimiento de Marckos me trajo a la mente la muerte de otro joven humorista hace ya algunos años, apenas hecha la veintena.

El caso de Marckos era diferente. Nació con un defecto genético degenerativo que le empezó a condenar a silla de ruedas desde el año de vida. Pero vivió dos años más que la media de los enfermos con su mismo mal. No sólo eso, persiguió su sueño de dibujar chistes. Dibujar cada tira le podía llevar una semana. Tres viñetas en 7 días. A golpe de ratón. Paso a paso. Milímetro a milímetro. Ampliando en su ordenador 20 veces la curva que quería trazar hasta que salía exactamente como él quería.

Yo, personalmente, pienso dejar de lamentarme cuando algo no me salga como quiero. Es un derroche de saliva y energía mental.