Gente que se dio una vuelta


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25 de octubre de 2010

Ponele que no.

Hay una cosa que me causa gracia. Bah, son varias, pero esta me da gracia (y algo de pena, por qué no).
 El rechazo -válido en más de un aspecto- a las religiones tradicionales nos llevó no a una sociedad científica posreligiosa, por decirle de algún modo, sino a miles de nuevas formas de superstición o, en el mejor de los casos, de religiosidad disfrazada.

Con un poco de acá, otro de allá, un par de nombres raros para cosas viejas, veo el desfile de libros de autoayuda, pseudo gurúes, deseos echados al universo, y eterna serie de etcéteras.

Me da pena, decía, porque en orden de liberarnos de la religiosidad, recreamos estadíos previos que ilusionan, en lugar de animarnos a redescubrir las raíces más puras de las tradiciones religiosas que encierran sabidurías milenarias, vitales, no "saberes ocultos" revelados a los elegidos.

Ver que esas raíces albergan a cuantos secretos, deseos y universos andan pululando como novedades, que hay una fuente inagotable de vida en ellas, que nos reencontramos con antiguas novedades.

1 comentario:

Mariana dijo...

No entiendo el concepto "libro de autoayuda". Andá al psicólogo. Punto.