Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

2 de agosto de 2010

Puros cuentos

Dicen que dicen... que a los niños pequeños les gusta oír por enésima vez el mismo cuento o mirar por decimocuarta vez la misma película porque lo conocido les da seguridad. Prueben, si no, cambiarles alguna parte de sus historias favoritas y vean; si aún no entienden lo que es "en chiste", no les divierte que varíen demasiado las cosas. Lo mismo suele suceder con las comidas y con los sabores, mejor dicho: no es fácil ingresar colores, texturas o gustos. Aunque, por ahí te desconciertan: uno de mis sobrinos pequeños es bastante mañoso con estas cuestiones, pero es el compañero ideal para ir a probar cosas raras al barrio chino. Y por el sushi es capaz de renegar de su familia.

Lo conocido da seguridad y ayuda a que crezcamos más o menos sólidos. Pero el problema es cuando de adultos queremos que nos sigan repitiendo el-cuentito-tal-cual-lo-escuchamos-siempre. Ya no se trata de Blancanieves o Pinocho, pero volvemos a ese temor de que nos cambien lo que sabemos. O lo que creemos. Es así que intentamos denodadamente responder con varitas mágicas al hambre, con abracadabras a la injusticia, con alfombras voladoras a tantos problemas.

Claro, nos enojamos porque no funciona. Pero si alguien intenta hacernos notar que, al fin y al cabo, eran cuentos, no nos gusta nada. Preferimos, una vez más, la seguridad de lo inútil al riesgo de las múltiples posibilidades de la vida.

No hay comentarios: