Gente que se dio una vuelta


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4 de agosto de 2010

El túnel del tiempo


Desde lejos asoma esto que escribí hace más de quince años, cuando creía que podía ser Benedetti. Reconozco que me sigue diciendo, expresando: cambia el interlocutor, pero no cambian las palabras. 
Tengan piedad de mí al leer. Yo no la tuve al escribir.



DESAUTORIDAD

Usted que sabe
lo que es bueno
y aconseja a diestra
-y nunca- a siniestra
¿no pensó
que su pretendida bonhomía
no es más que
disfrazada soberbia?
no se imagina
cuánto aburre
cómo agota
oír su discurso
perimido y salvador
uno para todos
y todos para usted
malhombre de
buena voluntad
que recita incansable
sus máximas morales
citando de memoria
dudosos maestros
tamizados por su estrechez
que conoce de pluralismo
y no de pluralidades
usted no sabe
-y de eso estoy convencido
con la certeza que da
la propia sangre-
no sabe que su tortura
no es física
sino existencial
y si usted pequeño ser tortura
sin quererlo ha de ser
porque siente la tortura
de no ser querido
o al menos tolerado
usted no sabe
cómo va a saberlo
que sus planes y propuestas
mueren antes de nacer
porque no tienen el aval
de lo parido
a sangre y fuego
ni de la vida
que surge fecunda
desde abajo
y desde adentro
no de la periferia
de sus teoremas
sin más fundamento
que su capricho omnímodo
en fin
esta diatriba
no es para odiarlo
ni malquererlo
tan sólo para avisarle
por si aún no lo notó
que no me sirve
ni me interesa
ni necesito
ni agradezco
ni merezco
su proyecto
sin defectos.
Enero, 1995

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