Gente que se dio una vuelta


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23 de enero de 2013

Instantánea

Ay, los vericuetos de la vejez...

Mientras la mayoría de las personas le teme a la muerte, yo me apunto entre los que le temen a la vida interminable. El lugar comunísimo es llegar bien a viejos. ¿Qué pasa cuando no se da?; ¿cuando la muerte es esquiva y la vida se eterniza en una sucesión de desmejoras?

Ayer pasé a visitar a una viejita que vive en un hogar -eufemismo, claro-. Sentada en una habitación que comparte con dos más, en pañales, sin falda porque está operada de la cadera y debe cicatrizar al aire; perdida en tiempo y espacio; viendo y retando a gente que sólo ella veía. Por momentos brevísimos, lograba que me mirara, aunque dudo me reconociera. Por momentos más breves, repetía alguna de sus muletillas de siempre.

Charlamos un rato. Es una manera de decir, lo sé. Pero creo que el tono, el sostener la mano, las palabras familiares, hacen algo, dicen, comunican. Cuando me estoy yendo, pide agua. Veo que hay un vaso con pajita, le acerco, toma.

-Gracias, querido.

Creo que en ese vaso y en ese querido comulgamos por un momento fugaz.

2 comentarios:

Javi dijo...

Nudito en la garganta...

Pablete dijo...

Sí,un poco, ¿no?