Gente que se dio una vuelta


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29 de julio de 2010

aire II

"Amigo, la ironía me sirve como -algo así- la descarga de lo tremendo", la cito a Guille y su comentario al post de ayer.


Me hizo pensar: ¿para qué me sirve la ironía?, ¿cómo, por qué, la uso?. Sí, fundamentalmente, para escapar de lo que me parece horroroso, aunque el horror sea variopinto. 
Mucho más aún, para poner de manifiesto la estupidez humana, aunque los estúpidos no la noten. Por eso, más de una vez se me junta con su hermano, es sarcasmo.
También para sublimar la chatura de pensamiento de algunos, intentando que tengan otra profundidad, o al menos, alguna.
Muchas veces, es la manera en la que desarmo algunos discursos terribles, hegemónicos, demoledores. Con un poco de acidez irónica o ironía ácida, es fácil encontrarles el talón de Aquiles. Y pone muy nerviosos a quienes los pronuncian, de paso.
Me es útil cuando debo "decir sin decir"; cuando necesito que alguno entienda y que otro quede en el aire. O cuando no me conviene que todos entiendan.


Lo que sé es que no es para todos. Que a algunos les hace mal, que otros no la entienden. Sin embargo, a mí me resulta vital. Y también me da mucho aire...

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