
Incluso en la simplicidad de las personas hay belleza. Con una diferencia, creo: que la simplicidad en las personas, creo, es algo que se viene bastardeando, corrompiendo y cambiando por un pariente lejano que tiene un rostro espantoso: el reduccionismo. Mientras la simplicidad es una virtud, el reduccionismo es un vicio, es quitar la perspectiva, la pluralidad, la profundidad, los matices. Es jibarización, casi lobotomía, porque corta, cercena. Ver más, saber más, complica; ergo, corto y mutilo.
Es un peligro confundir a estos parientes. Es un peligro que ya no los distingamos.
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