Café y ducha como para despertar un poco y echar los últimos vestigios de sueño. Reviso el correo mientras tomo el café, leo los titulares. Todo como siempre.
Bajo, agarro la bici, total es acá cerca, a menos de dos kilómetros.
Llego, saludo, rezo un poco, me quedo un rato... Tengo que volver, porque a las 8,30 hay un encuentro con el personal del apoyo escolar y estoy justo de tiempo. Cazo la bici y cambio de camino, buscando las calles menos transitadas.
No quiero perder esta sensación: lo bello y lo feo en convivencia al alcance del ojo. Ojalá pudiese hacer eso con todo y todos. Ojalá pudiésemos.
1 comentario:
Lo maravilloso de la convivencia de lo bello y lo feo... Aunque me parece que es mas fácil tolerar la convivencia de la dualidad estética en la naturaleza que en las personas...no?
Cariños
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