Gente que se dio una vuelta


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27 de enero de 2014

Sin cadenas II

Alguien me decía que las renuncias de las que hablaba le sonaba a achanchamiento, a pseudo budismo, a las uvas están verdes, como decía la fábula de la zorra.

¿Es eso? Al menos no es lo que intento decir, para nada. Los ideales, las metas -aunque altas/arduas- están buenas, son necesarias. Superarnos es una manera de desarrollarnos, de crecer, no hay dudas.

Tiene que ver, creo, con lo que de otra manera decía en ¡En cinco a escena! hace unos días. 
Si no nos animamos a errar, mejor ni intentarlo.
Si nos perdemos, al menos salimos de casa.
Si dejamos de perseguir la felicidad como un perro persigue su cola, capaz nos sorprende una felicidad diferente.

No es conformarse con poco, con menos. Es aspirar a más. Sin presión ni obligación.

2 comentarios:

La memoriosa dijo...

'Debes amar la arcilla que va en tus manos,debes amar su arena hasta la locura.
Y si no, no lo intentes que será en vano...'
Así canta Silvio Rodríguez en 'Sólo el amor'. Y más adelante: 'Debes amar el tiempo de los intentos, debes amar la hora que nunca brilla...'
No creo que se trate de renunciar al deseo de superación. Creo que lo que quisiste proponer es, más bien, renunciar a un deseo de superación que es impuesto desde afuera, que emana del deseo de otros y que es pura proyección. Este tipo de anhelo de ser más que viene de las expectativas de los otros se vuelve carga inhibitoria ¿no? Te aplasta y te hace infeliz, generalmente. Creo entender que algo así decías en 'Sin cadenas'. Junto con 'en 5 a escena', creo que el tema es, justamente, aspirar, sí, pero no a algo fuera de mí. Sino, más bien, aspirar a reconciliarme con el intento, con las desprolijidades de las transiciones, con el camino. Yo creo que de ese modo, la anhelada felicidad se manifiesta sola, inesperada y sencilla, sin luminarias ni violines, pero certera. Aspirar a mirarse arcilla es difícil, suele doler: solemos no gustarnos inciertos, inacabados. Pero ese objetivo final, esa felicidad completa, esa perfección, en realidad, nunca llega. Distraernos con que no hemos llegado no nos deja disfrutar de la belleza del camino y perpetúa la angustia... Muchas veces el camino mismo es el destino.

Pablete dijo...

"Muchas veces el camino mismo es el destino", sí, o al menos gran parte de él.

Me viene algo no de Silvio, sino de otro poeta, Juan de la Cruz, que -cito libremente- dice algo así que cuando se olvidó de buscar, encontró. Lo dice por su camino místico, por su Di*s siempre otro, más grande, inabarcable.

La nostalgia (dolor por el regreso, ansiedad por volver) de la meta que es origen, que llama a moverse.

Lo tremendo es cuánto de esas "obligaciones" tenemos introyectadas y cómo desconcierta a otros cuando podés disfrutar del paisaje, no sólo de la meta...
Gracias por pasar y dejar tus palabras.