Veinte años atrás me sacudió lo enorme, desbordante, imponente -¿no les digo?, lugares comunes-.
Esta vez además de esa sacudida conocida y nueva me descubrí en varios momentos mirando, no los saltos grandes, sino minúsculos riachos, con pequeñas caídas, silenciosas, laterales. Sentía que era metáfora de tanto, de tantas historias, personas, caminos, opciones: marginales, silenciosos, laterales, no protagonistas, menores, olvidados, humildes, mansos.
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