Gente que se dio una vuelta


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12 de noviembre de 2013

Conciencia precoz III

No tendría más de 7 años. Eso seguro porque no había nacido mi hermana menor todavía. No recuerdo si estaba enfermo, si era sábado o qué, lo cierto es que estaba en casa, en la cama de mis padres, y era de mañana. Tocaron el timbre. Era una nena, un poco más grande que yo, pidiendo (¿comida?). Mis padres no estaban. Atendió mi abuela y dijo que en ese momento no había nada. 

Puede que fuese cierto, puede que a esa hora de la mañana aún no hubiesen hecho las compras -se compraba lo de cada día en esa época-. Algo se me movió en la conciencia. Cuando al rato me llamaron a desayunar, no pude comer el pan con manteca, no pude tomar el café con leche. Estaba triste. Enojado. Tristeza porque había escuchado a alguien pedir comida, enojo porque no la habían ayudado. Estaba enojado con mi abuela -la única vez que me enojé con ella, creo-. Le dije, en el enojo, que había mentido, que había pan en casa, que no quería comer nada. Hice -no sabía cómo se llamaba- una huelga de hambre que no duró más que hasta el mediodía.

Ese día descubrí que la pobreza estaba cerca. Que no era justa. Que me daba tristeza el hambre ajeno.
La memoria de esa chica me sigue doliendo.

1 comentario:

Javi dijo...

lindo relato...te pinta entero