
Cada uno es libre de hacer lo que quiera con su vida, sin dudas, y ser tan imbécil como quiera o se lo permita.
Por eso, me parece que gastar $250 o entre €75 y 90 por un café que sale de los granos no digeridos y recolectados de la materia fecal de un mono, no merece otra cosa que mi más sincero desprecio.
Y apuesto que quienes lo toman ni les limpian la cola a sus hijos porque les da asco.
Punto.
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