Gente que se dio una vuelta


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3 de abril de 2012

Corolario a días de cine IV

Cuando decía en el post de ayer hacernos amigos de la "hermana muerte", de ninguna manera pretendo ser necrofílico o morboso. Para nada.

El morbo y la necrofilia están, por decir, en los noticieros que impunemente exponen un cuerpo muerto luego de un accidente o en el comentario superficial que da cuenta de cuántos muertos hubo en un atentado o accidente.

Hacernos amigos creo que pasa por enfrentar sin tragedia que la muerte es parte -¿condición?- de la vida. Es, me parece, entender que somos finitos, no eternos; mortales, no dioses.

No es sencillo: como tantas otras cosas, creemos que ignorándolas desaparecen. En verdad, se agazapan: saben que ganan.

2 comentarios:

Alejandro Minotti dijo...

Creo Pablo que el tema es qué hacemos con lo que rodea nuestra vida. De la muerte podemos hacer un fetiche, pero tambien elevarla a algo bello. De la vida igual. De hecho de la vida se ha hecho primero un objeto de tortura (las ciencias duras y la sociales), luego elemento de diagnostico, y luego elemento seguro. Por poca cosa se la ha considerado, por la sangre que esparce entre el morbo, pero no por la sangre que derrama columpiandose a una nueva etapa, desde ella misma, con el valor y el coraje del que sabe que vence la muerte que lleva dentro.
Vuelvo con el tema de la pelicula esa: el personaje principal se da cuenta que no maquilla la muerte, sino que da belleza a su vida y las de los demas al respetar la muerte.
Saludos

Pablete dijo...

"De la muerte podemos hacer un fetiche, pero tambien elevarla a algo bello. De la vida igual".

Me resonó, con esto, cómo incluso en la muerte horrenda, hay gente que quiere poner belleza/bondad: Teresa en Calcuta, cuando comienza, lo hace con este deseo de humanizar; o algunos relatos de la Soah o de sobrevivientes de campos, donde aparecen gestos insólitos de belleza.

Hay algo de así en el crucificado/resucitado.
Gracias, Alejandro.