Gente que se dio una vuelta


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18 de diciembre de 2011

Fugaz

Tendemos a permanecer. Nos aferramos, bien o mal, al tiempo, a las cosas, a las formas.

Ponemos mucha energía en negar lo efímero; creemos las pirámides de Egipto eternas y tienen menos de 5000 años, una nada.

Soñamos con la eternidad y aborrecemos el paso del tiempo.
Hacemos monumentos, basílicas, catedrales, aunque nadie los habite.

No nos bancamos lo transitorio.
Y la vida misma lo es.

3 comentarios:

Vale Marsans dijo...

Se entiende fenómeno que no es pesimismo. Pero tenemos siglos de Realismo, dónde lo que es es lo que permanece.
Vale

La Memoriosa dijo...

Leyendo el comentario de Vale, se me ocurre pensar en conceptos como la salvación, la vida eterna y la mar en coche Jarillesca... No lo pensé muy en profundidad, pero creo que el cristianismo se enfoca de ese modo, ¿no? Seamos buenos que suma puntos para la vida eterna, el sufrimiento de la tierra te será pagado en en cielo, etc. Todas maneras de diferir la felicidad a un futuro que nos es desconocido... Una dosis de otras formas de espiritualidad (hinduismo, budismo, shinto, por decir algo) no vendría mal: vivir más intensamente nuestros presentes es también una forma de hacernos responsables por nuestra propia felicidad, y, por extensión, crear espacios de paz para que todo sea menos pesadito... Para poder vivir con confianza la transitoriedad sirve ser fuertes en nosotros mismos. Gracias pr este post, Pablo, otro que me parece "spot on".

Pablete dijo...

Memoriosa, no lo había pensado por el lado religioso, sino por otro más laico, humilde.
Y aquello a lo que te referís, me animo a decir que es una deformación del cristianismo, del cual nos olvidamos que es oriental, como el budismo, el judaísmo, el hinduísmo... y es mucho más encarnado que cualquiera: La palabra se hace carne (Jn 1,14)
Y Juan usa sarx, que es carne débil, corruptible, lo más animal, si querés.
Y pensar que queremos huir de la sarx...

Gracias.