
Me contó...
Que era de su abuela -materna, creo- que escapó de la Segunda Guerra. Eran gente de dinero y perdieron todo huyendo de los nazis. El relicario era como un memorial: cuando tenían, les recordaba que podían no tener, cuando estaban más pobres, los ligaba a su origen. Todo podía pasar, cambiar, variar...
En las buenas, los mantenía humildes; en las malas, esperanzados.
Qué bueno tener algo así.
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