Gente que se dio una vuelta


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20 de abril de 2011

Mesas II

   Sí, la comensalidad es parte de un "plan de salvataje". Tan así que una de las cosas terribles de los comedores comunitarios es que, si bien alimentan lo urgente, no siempre colaboran con el encuentro familiar, amistoso. Este se da cuando no sólo nos alimentamos juntos, sino cuando compartimos la mesa.

No se trata tanto -o sólo- de una alimentación saludable, balanceada. Es ese balance que no se encuentra en las proteínas y esa salud que no tiene que ver con el origen de lo que comemos. Es eso de reconocernos necesitados y sentir que podemos saciarnos. Que la necesidad nos hermana, nos humaniza. Que el saciarnos es más que llenarnos la panza.

Hay algo perverso en eso de afanarse por el pan cuando no tenemos tiempo para compartirlo.

4 comentarios:

Mariana dijo...

Definitivamente es mucho más que comida. Yo lo asocio con: charlas, gritos, risas, codazos, historias, a veces un cafecito que se alarga y se hace merienda. En algunos casos se suman los juegos de mesa.

Javier dijo...

Un artefacto nefasto atentando y "atontando" la comida familiar es la tele, es un buen ejercicio mantenerla apagada por lo menos ese ratito en el que compartimos mesa.

Pablete dijo...

Totalmente, Mariana.
Y, Javier, sí y no; a veces la tv "dispara" cosas. A veces, digo. Claro que si la mesa está presidida por Tinelli o por Gran Hermano en la caja boba, chau, no way...

Unknown dijo...

"No digo que cada día sea una fiesta de sabores, pero que podamos poner memorias de encuentros"
Es tan cierto!

En mi casa siempre había muchas mujeres, abuelas, tías abuelas, amigas de ellas todas colaborando con la comida. Una pelaba papas, otra sacaba los hilos a las chauchas y así todas. Alguna, a veces planchaba...
Sabés que mi fuerte no es la cocina y muchas veces no tengo idea qué cocinar. Entonces en un guiño cómplice evoco a esas mujeres de intramuros y algo siempre aparece...