Gente que se dio una vuelta


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26 de agosto de 2013

Miel y mimos

Durante la tarde de ayer me vinieron unas ganas nostálgicas de unas galletas que comía de chico. Al lado de mi casa materna vivían doña María y don Juan, él austríaco, ella hija de alemanes, de las colonias de Entre Ríos. Unos abuelos postizos, que se peleaban en alemán.

Ella luterana no practicante, el católico devoto, vecinos desde siempre de mis abuelos. Doña María cocinaba
cosas riquísimas y muy simples, sobre todo cosas a base de levadura y harinas. El aroma llegaba de su cocina a nuestra casa.

A veces para mi cumpleaños me regalaba unas pizzetas excelentes. Se la oía llamar por encima de la medianera, alambrado, hiedra y vid, y pasaba un plato tibio, cubierto con una servilleta inmaculada.

Las galletas que me desataron el recuerdo y deseo eran de miel, las solía hacer para Pascua o Navidad. Con formas de estrellas, redondas, triangulares. Podían o no estar bañadas con glacé y tenían sabor a gloria.

A felicidad simple.

2 comentarios:

La Memoriosa dijo...

¡Qué nostalgia, Pablo! Me hiciste acordar de Elsa Bernareggi, una señora fuera de serie que vivía enfrente, en la calle Lavalle. Era de familia alemana (Bernareggi era el apellido de casada) y le divertía enormemente contarnos que su apellido de soltera era Füstenberger, o algo así: entre risotadas decía que significaba "pedo bajando de la montaña". Era una mujer excepcional, a la que le había tocado pelearla en varios frentes. Tu texto me la recordó porque cuando podía y le daba la plata, hacía como unas facturas deliciosas que ella lamaba 'guarangas' creo, y nos traía para compartir. Como decís acerca de las galletas de miel, lad guarangas, también, sabían a gloria.

Pablete dijo...

¡Qué bendición de los dioses tener estas memorias, Mari!
Me siento agradecido por Elsa, doña María Smölle (pequeña) y tantos mimos que nos vinieron de yapa...