
24 de marzo de 1976: las fuerzas armadas toman el poder en Argentina, en el que ha sido -y esperamos sea- el último golpe de estado. La dictadura militar subsuguiente dejó un tendal de 30.000 desaparecidos, sobrevivientes torturados, exiliados y heridas que hoy, todavía, no cierran.
24 de marzo de 1980: en El Salvador, un comando (para)militar asesina a mons. Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, mientras celebraba la eucaristía en la capilla de un hospital. El mínimo país centroamericano se desangra en luchas fraticidas, con grupos paramilitares asesinando a mansalva. Los asesinos lo matan, a Óscar y tantos otros, en nombre de la civilización cristiana y occidental. Al estilo norteamericano, claro.
24 de marzo 2012: muchos queremos recordar y sanar; tener memoria histórica y ver justicia. Que no digan que no ha pasado nada. Que los que desaparecieron nos duelan como una deuda, que seamos sus deudos. Que se reconozca que mons. Romero ha sido mártir cristiano por defender la vida de los pobres; que los que matan
nunca más, de ninguna manera, puedan creer que lo hacen en el nombre de dios.
1 comentario:
Amén
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