Gente que se dio una vuelta


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21 de octubre de 2011

In dis capacidades

Volvíamos con Facu -12 años recién estrenados- luego de compartir el almuerzo. Tomamos el tren en Belgrano, bajamos en Beccar, y caminábamos para su casa. Tenía que "devolverlo".

Pasando por una plaza -en la cual anduve en bici hace cien años- me comenta:
-¿Viste, tío, que pusieron juegos para discapacitados?.
Miré y sí, una hamaca, un subibaja, una calesita arregladas para que alguien en silla de ruedas pueda subir. Juegos integrados, les dicen.

Me asombró para bien. Aunque no pude con mi genio y respondí, invitándolo a pensar juntos:

-¡Qué bueno, alguien con silla de ruedas puede subirse!. Ahora hay que hacer otros para los que no tengan brazos, para quien le falte una pierna, para...
-¿Por?.
-Porque estos están pensados para alguien en silla de ruedas, está buenísimo. Pero hay muchas otras discapacidades...
Se quedó un poco callado.
-Cierto; es muy difícil hacer que todos puedan hacer todo.
-Tal cual; hay que intentarlo, pero es casi imposible. Está bueno saberlo y pensar las cosas, pero no sé si podemos incluir absolutamente a todos en casa cosa.
-Pero hay que tener cuidado, ¿no?.
-Y sí: no estacionar donde hay rampas, no usar los espacios para discapacitados, tener en cuenta a los sordos para hablarles de frente...
Llegamos a la conclusión: no toda exclusión es de mala leche, no toda inclusión es posible todo el tiempo. Y tiene 12.

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