Gente que se dio una vuelta


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25 de mayo de 2014

Marmóreos

En el 2000 estuve unos días en Roma. De ahí tomé un tren para Florencia, donde pasé un par de noches. Lugar de belleza única, en la Toscana, verde, ondulante. Arte e historia a cada paso. Da Vinci, los Medici, Alighieri, Maquiavelo, Miguel Ángel, Bruneleschi, entre otros, nacieron o dejaron sus huellas ahí. Obras que había estudiado en papel, las veía en vivo. Vivía en conmoción constante.

Visita obligada fue ir al Museo de la Academia, donde está el David de Miguel Ángel. Al fondo de una galería, en un pedestal, con luz natural gracias a una lucerna vidriada, imponente reina. Perfecto, tenso, hierático.

En la galería que hay que recorrer para llegar a él, varios pedazos de mármol a medio tallar, obras inconclusas del mismo Miguel Ángel. De la piedra bruta asoman brazos, torsos, piernas, como naciendo, desperezándose. Decía Bounarroti que él se limitaba a quitar lo que sobraba del mármol y liberar la escultura que estaba encerrada. Estos quedaron a medio salir, esperando el cincel. Otros pudieron brillar: el Moisés, La Piedad, las que están en el Museo Médici, el mismo David.

Metáfora, parábola de tanto dormido y oculto en nosotros.
No temer al cincel.

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