
Me dan alegría. Me recuerdan agradecer tener buen olfato. Me traen un poco del barrio, de mi casa, de caminar al cole a la mañana o por Libertador al mediodía. De algunas calles de San Fernando.
Me recuerdan -como la luna creciente, como los árboles en otoño, como las rutinas de cada mañana, café y ducha- que hay cosas que tienen orden, ciclos. Que me ordenan.
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