Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

1 de octubre de 2012

Adicciones

Había llevado a espiralar -¿se dirá así?- unas fotocopias y tenía que hacer tiempo. Poco, unos 15 minutos.

Al lado del negocio donde estaba, había otro de... libros usados. Un espacio mínimo, con más libros que la Biblioteca Nacional. Bueno, si no queda otra, me dije. Y fui a hacer tiempo. Mientras estaba mirando, recordé que quiero conseguir un libro y no lo encuentro por ningún lado.
-Disculpe, le digo al señor que atiende, ¿tiene tal libro?

Busca en el archivo de la computadora.
-No, no lo tengo. Pero fijate acá a dos cuadras, que hay otra librería de usados.

Doy las gracias; salgo. Busco la otra librería. Pregunto por el libro. No lo tienen. Miro un poco.
Termino con una buena edición de Misteriosa Buenos Aires que estaba tan barata que no pude resistir. Y La Ilíada y La Odisea, en una edición vieja, de Espasa Calpe. Que leeré por "cultura general", ponele.

Menos mal que no se me dio por las drogas. Estaría en la quiebra.

3 comentarios:

Vale Marsans dijo...

y bueno cada uno con los suyo... yo dónde puedo me compro lana... a veces barata y mucha otras cara y poca... por desgracia no se me dio solo por la lana...

josembielza dijo...

El lumbreras que dijo "el saber no ocupa lugar" jamás, jamás, JAMÁS tuvo que apañarse para que en una estantería quepan más libros de los que deberían. La de nuestro salón parece el centro en hora punta: libros en doble y triple fila, en horizontal, vertical, apaisados, apretados, invadiendo espacios anexos... Dicen que los hijos de madres adictas a las drogas desarrollan síndrome de abstinencia. En mi caso mi adicción va en los puñeteros genes de mis dos abuelos que no contentos con pasarme la adicción la alimentaron como quien echa leña al fuego.

Claro, cuando consigo un ejemplar largamente esperado se me pone cara de Sméagol y lo aprieto contra mí siseando "mío, mío, mi tesssshoro..."

Más madera, es la guerra.

Pablete dijo...

Cada vez que miro mi pequeña biblioteca, tiemblo pensando que algún día deberé mudarme...

Y paso de Smeagol a niño subsahariano mirando un McDonalds desde afuera. Lo sé.