Gente que se dio una vuelta


© Copyright

Si querés copiar y pegar, claro que podés; pero citá la fuente, ¿sí?. Gracias.

10 de abril de 2014

Ciento por uno

Después de 10 años nos encontramos con Mariana, una vieja amiga que vive muy lejos, con su esposo Rory y los peques, Santi de 10, Fianna, de 5. La última vez que nos habíamos encontrado fueron 30 minutos, diez años atrás. Santi era un bebé que cargué por unos instantes.

Vía Facebook, Santiago había visto unas ¿pelis? stop-motion primitivísimas que hice con Playmobils. Le gustaron, me contó la madre. Cuando nos encontramos ayer, conociéndonos casi, me regaló un Playmobil que trajo para mí. Casi lloro de emoción: lo armó -junto a su hermana-, me lo dio, se lo agradecí: un cowboy con cara de malo, sombrero y rifle (no es el de la fotito).

Mientras almorzábamos al aire libre, con solcito y brisa, me lo pidió. Comenzó a sacarle fotos con la tablet, lo corría, acomodaba, acercaba. Los grandes seguíamos charlando cuando nos mostró una maravilla que había hecho ahí mismo: el muñeco caminaba por la mesa, empujaba el servilletero, lo rodeaba, bajaba caminado por el brazo de la silla y desaparecía debajo de la mesa. Bellísimo. Le pidió a Mariana su teléfono -el de él- y me mostró otro que había hecho tiempo atrás en su casa: un muñeco iba hacia su casa rodante, entraba, cerraba la puerta, se acomodaba, manejaba... No sabía cómo decirle cuánto me gustaba lo que me estaba mostrando.

Ya en casa traje mis muñecos -hombre grande...- y les dije que eligieran. Fianna no dudó; Santi no quería porque eran mis tesoros. No sé si se da cuenta de cuánto más me regaló.

No hay comentarios: