Gente que se dio una vuelta


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30 de agosto de 2012

Tarde mimada

Mientras preparábamos unos waffles con Rocío, charlábamos. Los waffles eran para comer de postre con los abuelos -mis padres-, su hermano, mi sobrina mayor y sus hijas que estaban de visita.

Entre huevos, harina, crema batida, dulce de leche, me contaba que había ido a ver Valiente. Con lujo de detalles, idas y vueltas, confusiones en la trama, lágrimas que le asomaban al recordar, gestualidad desmedida, lagunas... La cuestión es que el resumen duró casi tanto como la película. Comimos el postre con la familia.

Después, tenía que alcanzarla hasta Tigre, al trabajo de su madre, mi hermana, para llevarla al dentista. Las siete u ocho cuadras hasta la estación fueron cantando, inventando consignas para cada tipo de vereda, saltando sobre las franjas blancas de la senda peatonal.

Sacamos los boletos. Esperando el tren, cerca de diez minutos de juegos de esos de nenas, de canciones con aplausos, manos que se chocan... Una señora se reía de nosotros. En el tren, tampoco paró de hacer chistes: le encanta hacer bromas, tiene un sentido del humor relacionado con las palabras y el divague.

Luego de llevarla al dentista, mi hermana me alcanzó -con ella- hasta casa. Mi recompensa fue escuchar como le contaba a su madre todo lo que hicimos juntos. Me creo mil gracias a ella.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno que disfrutes de esas vivencias.
Algo te aclaro, las hijas de tu sobrina son tus sobrinas-nietas.
Asumilo!! Jajaja!!

Pablete dijo...

Lo sé, lo sé... pero lo escribí así para no repetir "sobrinas"; una cuestión de estilo (¿?).