Miré una película. Me acosté. Leí. Apagué la luz. Di vueltas. La prendí.
Terminé un libro. Comencé a releer otro. Me levanté.
Miré un poco de TV, mientras pasaba el antivirus a la netbook. Me acosté.
Leí un rato más. Apagué la luz de nuevo. Me levanté al baño.
Fui a la cocina a tomar agua. Mucha agua. Me acosté otra vez.
Fui a la cocina a tomar agua. Mucha agua. Me acosté otra vez.
Mosquitos. Dudé de la existencia de Dios.
No encontré pastillas termoevaporables y me tuve que bancar el aerosol.
Rearmé la cama, que de tantas vueltas era un amasijo de sábanas.
Se hicieron las 7,15.
Un largo día por adelante.
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