En nuestras infancias, la mía y las de mis hermanas, ella y José, el abuelo, fueron las figuras más estables, permanentes. Ella más que él incluso. Por diversos motivos, por más que nuestros padres vivieran, los presentes eran los abuelos.
Por la fecha, quizá, me aparecieron en la memoria, otras personas, como puertos, como faros.
Invalorables. Indispensables.
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