Poder depositar la responsabilidad de mis decisiones en otro que decide, dice, piensa y regula absolutamente todo, me deslinda de mi propia responsabilidad. De última, mis aciertos o fracasos se deben a lo que otro decide.
No es de extrañar que, en momentos de inestabilidad, de inseguridad, de caída de macro-relatos, de posibilidades infinitas, muchos busquen la seguridad de las filas de la religiosidad más reaccionaria y alienante, del ejército, de las comunidades cerradísimas.
Miedo a vivir.
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