Íbamos en el tren hacia Belgrano. Jugábamos a enlazar palabras: con la última sílaba de la palabra que uno decía, la otra tenía que comenzar una nueva palabra -la trampa: de paso, practicábamos separar sílabas y ortografía-. Yo del lado del pasillo, Lola de la ventanilla.
Un chico, parado al lado mío, empezó a soplarle respuestas a Lola/Rocío/Rochi/Lolis. Algún retraso tenía, que se notaba sólo en el modo de hablar -y en la manera de entender el juego: pasó por un par de palabras enlazadas y después empezó a asociar: teRO; ROdilla; ligamentos-. Un capo.
Después, en el 60, ya volviendo, no me creía que Clotilde era un nombre: ¡vos inventás cosas!. Un señor de arriba de 75 años que viajaba al lado nuestro, en los asientos del fondo, los de cinco, intervino en mi rescate: Mi suegra se llamaba Clotilde Honoria, es un nombre, de veras.
Estas cosas son impagables. Por lo gratuitas.
21 de septiembre de 2012
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3 comentarios:
una panzada!
lamento no haber estado en ese 60. Le hubiera mostrado mi DNI y capaz lográbamos mejorar tu índice de credibilidad.
"vos inventás cosas!"
¡No me digas que Cot es de Clotilde! Juicio a tus padres. Ya.
"Vos inventás cosas": un poco de razón tiene, invento cosas. Pero acá fue un eufemismo: ¡decirme mentiroso era demasiado fuerte!.
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