Pocas cosas me importan menos que los deportes. Una de ellas, es la flora y fauna de Namibia, por ejemplo. O el ciclo de vida de los bichos bolitas. Digo: no me importa practicarlos -ya sé, es sano, hace bien y todo eso; que sea sano, no lo discuto, que haga bien, al menos a mí no me lo hace-. Apenas me gustaba nadar cuando chico y ahora, de vez en cuando, corro un poco. Por la cabeza, más que por el cuerpo.
No me importa seguir ningún deporte por tv, menos en estadios, menos por radio. Me irrita la corteza cerebral escuchar los relatos radiales del fútbol. Cuando se discuten a muerte técnicos o lo que fuere, me quedo afuera. Sólo me divierte, a veces, mirar un poco de rugby o durante los juegos olímpicos algo de gimnasia, natación o saltos.
Por lo tanto, cuando me pregunten de qué equipo soy, qué opino de la B nacional o si jugamos un picadito, no se ofendan si los ignoro.
22 de septiembre de 2012
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