Cuando volvía ayer al mediodía de una reunión en el apoyo escolar, pasé por la verdulería para abastecerme. Ya comenté alguna vez que la atienden inmigrantes peruanos (Guagüita; ¿Políticamente correcta?) y la variedad, frescura y buenos precios que tienen.
Mientras las mujeres atendían -varones hay un par de adolescentes, que no estaban-, uno de los nenes, de seis, siete años, hacía la tarea. Sentado sobre un cajón, el cuaderno apoyado en otro, la mochila a un costado y el guardapolvo blanco todavía puesto. Haciendo cuentas.
Una de las señoras -¿la mamá?-, entre lechugas y manzanas, se acercaba, miraba, corregía.
Un par de clientes le hicimos algún comentario: yo de pésame, porque no sé ni dividir; una mujer lo felicitó.
Me dio orgullo: por él, por su familia trabajadora, por los que lo notamos.
Orgullo y humildad a la vez.
7 de septiembre de 2012
Dos manzanas+dos peras
Etiquetas:
Céteris rebus,
No label
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario