Todo Nada Siempre Nunca
Absolutas. Palmarias. Inevitables. Determinantes.
En talleres o cursos que he hecho repetidamente aparecía lo fuertes que son estas palabras: todo, nada, siempre, nunca. No dejan lugar, ni un resquicio, a otra posibilidad.
Nunca me escuchás.
Siempre lo mismo.
Nada me conforma.
Todo está mal.
Aparecen en reproches, en acusaciones, en mucho de nuestro deber ser.
Claro que hay nuncas, siempres, todos y nadas que son deseables. Limitados por peso que les ponemos:
Nunca más me vas a pegar.
Siempre me sentí amado.
Nada me quita la paz interior.
Todo ser humano es mi hermano.
Nunca dejes de amar.
Siempre rechazá la injusticia.
Nada está perdido.
Todo pasa.
Depende.
23 de noviembre de 2013
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