Al mismo tiempo, es espectáculo y cifra: 10.000 muertos en un tifón, un asesinado durante un asalto, un cuerpo que aparece y cercena la esperanza.
A fines de la Edad Media se desarrolló un género literario y teatral llamado Danza Macabra, donde la muerte era personificada -y lo es hasta hoy- como un esqueleto que, guadaña en mano, espera paciente a todos.
En México celebran el Día de Muertos y recuerdan a los suyos, los visitan, llevan comida a los cementerios, comen y beben en las tumbas, en su honor.
Los zombies, muertos difíciles de matar, pueblan las pantallas y los videojuegos puntúan la cantidad de muertes y disparos.
La certeza de la muerte espanta, pero la necesitamos. Lo sabía Saramago al escribir Las intermitencias de la muerte. Nos morimos de pura vida.
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