En pequeño estaba siendo niño, nada más. La adulta, ¿qué estaba siendo-haciendo? Suponiendo que el mensaje que enviaba fuera sumamente urgente, ¿era más urgente o importante que el pequeño que iba suelto -suelto de la mano, de la mirada, de la atención-?
Soy de las personas que no creen que los pequeños deban hacer lo que quieran todo el tiempo; obvio, porque no tengo hijos. Reaccionariamente creo que la claridad, los límites, mantener una relación recíproca aunque no simétrica, la firme ternura hacen bien.
Por un momento me puse en el desconcierto del niño: de no ser percibido por la mirada adulta, de ser disminuido con violencia. Pobre. Pobres ambos.
2 comentarios:
Que tristeza generan esas escenas y díficil comprender el entorno donde esa madre se ha criado, donde la violencia, es muchas veces, quizás el primer leguaje.
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