Cuando rezaba a la noche, antes de dormir, todos eran destinatarios de las oraciones. La magia, la fantasía y la fe se me mezclaban.
Poco después, descarté a los personajes de fantasía y me centré -catequesis mediante- en Jesús, María y Dios. Desaparecía la fantasía. La fe empezaba a personalizarse. La magia seguía.
Poco después, descarté a los personajes de fantasía y me centré -catequesis mediante- en Jesús, María y Dios. Desaparecía la fantasía. La fe empezaba a personalizarse. La magia seguía.
Sigo siendo un hombre creyente y practicante: creo que Jesús es mesías y redentor. Que su propuesta es válida y valiosa. Sigo rezando con fe. Voy entendiendo que la magia no existe. Que existen muchos y muchas que se empeñan en una fe que se haga carne. Creo en ellos. También.
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