Tuve esa revelación alrededor de los 10 años, cuando en un TDK que me había regalado mi hermana para grabar no recuerdo qué, probé mi voz. Medio aguda, la mía, no tan baja como la creía. Pensé que era el grabador andaba mal. La llamo a mi abuela para que escuche. Confirma que sí, esa es mi voz.
Si eso nos pasa con la voz, ¿cuánto más con nuestros gestos, palabras, actitudes? ¿Quién garantiza que lo que sale de nosotros, tal como percibimos que sale, es recibido por el otro, la otra? Y al revés, claro...
¡Cuánto ruido en el medio, por los dioses...!
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