Hay unos programas que presentan freakies, casos médicos raros, gente con compulsiones extrañas, otros que conviven con anomalías físicas severas. Un muestrario inmenso de la fauna humana, tan variada.
Lo políticamente correcto es ver sin emitir juicios ni hacer muecas aunque el personaje en cuestión coma placenta de buey cruda o sea un enano albino en medio de una tribu de zulúes.
Antes se pagaba por ver fenómenos en el circo. Como somos civilizados, repudiamos esas prácticas.
Pero sólo varía el escenario. Nos tranquiliza ser normales.
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