Quedan bastantes naranjos en las veredas. Unos pocos limoneros en los patios. Quedan los azahares en primavera.
Me dan alegría. Me recuerdan agradecer tener buen olfato. Me traen un poco del barrio, de mi casa, de caminar al cole a la mañana o por Libertador al mediodía. De algunas calles de San Fernando.
Me recuerdan -como la luna creciente, como los árboles en otoño, como las rutinas de cada mañana, café y ducha- que hay cosas que tienen orden, ciclos. Que me ordenan.
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