Mientras cuidaba un rato a mi ahijada en su casa, preparaba las cosas para cocinar más luego. Nada extraño: zanahorias, pimientos, verduras varias... Cortaba las cosas para hacer un risotto.
Todo era qué asco: el arroz, ahora, antes habían sido unos alfajores; otras veces, otras cosas. Tiene un muy limitado espectro de comida. Ella y tantos otros niños no salen, no se mueven, de cuatro o cinco cosas.
Dicen que es en los cinco primeros años donde se forman las bases de la personalidad: si no hacemos algo rápido, estamos frente a una de las generaciones más limitadas que habrán existido.
No sólo en la mesa.
No sólo en la mesa.
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