Entonces, cuando estás delante de alguien que por edad tendría que ser adulto y reaccionar como tal, en realidad estás enfrentándote a lo desconocido. Claro que siempre que estamos delante de otro estamos frente a lo desconocido, seguro; pero acá es en el mal sentido.
Casi como los espejos esos que te hacen gordísimo, flaquísimo, deforme...
Pero sin la gracia del chiste.
18 de julio de 2011
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